La estrella más cercana
U n planeta muy parecido a la Tierra ha aparecido en las remotas cercanías del Sistema Solar. Para que nos hagamos una idea de cómo puede ser ese pariente próximo donde dicen que hay agua, baste decir que una nave espacial del último modelo tardaría 75.000 años en llegar, aunque metiera la directa desde el arranque. Quizá la única fórmula para llevarse bien con nuestros vecinos galácticos sea vivir en otro piso y en otro bloque de otra ciudad, de otro universo. En el nuestro, todas las guerras son no sólo civiles, sino eternas. Turquía ha cruzado por primera vez la frontera de Siria para combatir al llamado Estado Islámico. Son pequeñas revueltas que causan miles de muertos, mientras las tribus humanas firman la paz y Ciudadanos dice que el PP se niega a despolitizar la Justicia. Atribuirle la responsabilidad al Ser Supremo que hemos inventado tampoco es justo. El seísmo en el centro de Italia es obra de la madre naturaleza, que tiene gustos contra natura, aunque en el fondo sea imparcial, o más bien neutral.
El mundo es inexplicable aunque hayan tratado de explicárselo algunos filósofos, desde Platón a Kant, y algunos párrocos de diversas religiones. Lo primero que no comprendemos es quién hizo la nada. Se conjetura que alguien todo poderoso alzó la mano derecha y dijo «hágase la nada. Y la nada quedó hecha». Cuando se piensa en estas cosas o se ven las imágenes de ese ello pueblo italiano borrado del mapa lo único que se puede es principalmente hacerse un ‘dry martini’ y después otro para brindar por los perros que están salvando vidas entre los escombros. Imaginar a un ser supremo sujeto a una pasión tan lamentable como la ira, eso si que es una falta de respeto. El ‘Dios de la Ira’ es otro invento, aunque echara a los mercaderes del templo, porque Cristo es la piedad hecha hombre. Pasó una temporada entre nosotros. Y se fue.