Diario de León
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león en verso luis urdiales
León

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P ara saber qué es una cuesta en condiciones hay que asomarse a septiembre; en septiembre te acuestas en una noche de verano y te levantas en un erial pindio. Septiembre te mete en la realidad de sopetón, con esa melancolía que envuelve las puestas de sol tempranas y los amaneceres tardíos, y esa canícula de media tarde que avanza las sombras en las laderas sin tiempo para la digestión de la merienda. Cuidado con las costanas de septiembre, que dejan cicatrices en la cuenta corriente y lesiones en el estado de ánimo que no curan hasta que el calendario no deja atrás el domingo de ramos. Así es de cabrón este mes que da cobertura a ripios con puentes y fuentes, según el anticiclón de las azores desvíe a Francia o acerque los vientos dominantes que empuja el Atlántico. Llueva o no, la factura de los libros no te la quita ni dios. La factura de los libros es otra razón adosada para los agnósticos de este sistema que institucionaliza paganos para que otros puedan vivir holgados. Eso de la factura de la vuelta al cole comienza a tener visos de urgencia, al nivel de la necesidad de sacar de las aulas la política y los dogmas que embuten a los chavales de diez años, y menos, a cuenta de del rigor impuesto por el poder. Otra ensoñación que se reproduce antes del Cristo, mientras supones que este año va a ser el último, seguro, en el que los que te piden que les votes el día de Navidad se atreven a imponerte una tasa de quinientos euros de salida para que tu hijo tenga derecho a la escolarización gratuita. Se conoce que no hay otra forma de transmitir conocimiento a la infancia sin dejar una mordida de tiburón en la cuenta corriente. A septiembre solo le falta un cambio de hora para terminar de oficializar esa función de mes de encaje del año, de cuña que se improvisa para nivelar la pata de la mesa que cojea. Septiembre es análogo de la vida de esta tierra; y en ese tobogán, explica que en el fracaso se halla la más resplandeciente de las victorias, como dejó escrito Leopoldo Panero en el desencanto. Jamás entenderán a los leoneses sin interiorizar lo que es septiembre, con sus cuestas y pendientes, con sus vaivenes, sus ciclotimias. Su muerte y resurrección, pero después de Pascua; con sol tan amargo y sombras tan dulces.

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