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EL RINCÓN fermín bocos
León

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C uesta interpretar a Pedro Sánchez. Al día siguiente de anunciar que no piensa postularse para una hipotética segunda investidura, inicia una ronda de conversaciones con el resto de los dirigentes políticos no se sabe muy bien con qué objeto aunque la cosa podría ser tan simple como permanecer en las escaletas de los telediarios.

No desaparecer de la crónica política en el paréntesis que se crea a la espera del inicio de las campañas electorales en Galicia y Euskadi. Pero pese a que dice no querer postularse, la anunciada «ronda» crea muchas suspicacias.

La desconfianza se debe a que pese a las reiteradas negaciones del propio Sánchez o de algunos de sus colaboradores más cercanos como Antonio Hernando u Óscar López nunca han desaparecido del todo las sospechas sobre un posible acercamiento a Podemos.

A ése clima de desconcierto están contribuyendo unas declaraciones recientes de García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, en las que dice —la cita es textual— «Que aceptaría un pacto con Podemos con los límites claros. Esto es, sin el derecho a decidir».

Otros barones socialistas están en contra de cualquier pacto o de aproximación con Podemos.

En esa línea se sitúan la presidenta de Andalucía, Susana Díaz y uno de los dirigentes socialistas más respetados en el partido el presidente de Asturias, Javier Fernández.

El caso es que Pedro Sánchez no para de pedalear quizá por temor a caerse de la bicicleta. Pero con iniciativas como la mencionada ronda está alimentando la sospecha de que olvida o quiere olvidar la precaria situación parlamentaria del PSOE (85 diputados) y, lo que todavía es más precario: su propio liderazgo.

Si ha puesto en marcha la «ronda» para alimentar los telediarios y estar en la pomada de cara a unas terceras elecciones, tiene un pase. Pero si lo ha hecho porque quiere pactar con Podemos —como parece—, olvidando que no solo no le votaron cuando se presentó a la investidura, si no que Pablo Iglesias no oculta que uno de sus objetivos es hacerse con el liderazgo de la izquierda, entonces el PSOE corre peligro porque no se puede cabalgar a un tigre. Y menos cuando tiene hambre manifiesta de poder.