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HOJAS DE CHOPO ALFONSO GARCÍA
León

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H oy se inicia un nuevo curso escolar, con incorporación progresiva, según los niveles. Un buen momento para detenerse en la reflexión del hecho educativo, referencia esencial en la estructura que vertebra cualquier sociedad. No parece, a pesar de la palabrería con que se llenan la boca, que lo entiendan así los políticos, que campan a sus anchas en materia tan delicada como esta, sembrando permanentemente cambios, desorientación y desánimo. Estamos acostumbrados a su mirada endogámica y egoísta, de lo que se deduce la dificultad de llegar a tan necesario pacto sobre la educación, en el que han de estar presentes y activos todos los sectores implicados en el sistema.

No es fácil la tarea, aunque el esfuerzo merezca la pena. Si no existe la tensión necesaria, en estos momentos sin duda difíciles, al margen del desánimo crecerá la improvisación, por muchos papeles administrativos que se cumplimenten, con la ausencia de criterios curriculares diseñados de forma unitaria, la unificación básica de calendarios, también vacacionales, por poner solo algunos ejemplos, que eviten las ocurrencias, tantas veces perniciosas, de las Comunidades Autónomas. Llegan momentos en que, en el conjunto del mapa, se agrietan las diferencias y se articulan diversas velocidades, muy lejos del espíritu con que nace la idea de la España descentralizada.

Una reflexión seria merece el asunto de los deberes, siempre en el candelero del debate pero siempre olvidado después del chaparrón. La OMS cita a España como uno de los países con mayor porcentaje de niños que se sienten presionados, angustiados por la cantidad de deberes que les mandan para casa. De ahí al fracaso escolar, un paso. He visto muchos casos de tareas en casa que, con mucha solicitud, incluidos fines de semana, no se pueden acabar en tres o cuatro horas. Y así un día y otro, por no señalar los que están ocupados, además, por dos, tres, incluso cuatro exámenes en la misma jornada. ¿Qué queda para disfrutar y desarrollar otros aspectos de la infancia y adolescencia? El peso de la responsabilidad es quebradizo y a veces rompe cualquier ilusión.

Además de la reflexión personal, el asunto exige una puesta a punto colectiva. Uno cree humildemente que educar no es solo desbordar los contenidos. Fomentar inquietudes y curiosidades, indicar caminos es otra fórmula de estímulo innovadora que ya se está explorando entre nosotros. Sin tantos agobios, presiones y abandonos.