¿Una rebelión contra Sánchez?
S e viene hablando sobre la posibilidad de una rebelión interna contra Pedro Sánchez. Incluso se sugiere que hay una operación en marcha para reprobarle con el apoyo de la mitad más uno de los miembros de la Ejecutiva, lo cual daría lugar a la creación de una comisión gestora cuya primera decisión sería facilitar la investidura de Rajoy, evitar las elecciones y normalizar la vida política.
Estamos ante una maniobra del llamado sector crítico del Partido Socialista de incierta autoría intelectual (nadie la reclama) que se filtra oportunamente a los medios de comunicación a fin de debilitar públicamente la posición del líder socialista. Puede lograr ese objetivo. Pero el de descabalgar a Pedro Sánchez mediante esa suerte de reprobación que, según la insidiosa hipótesis de la comisión gestora como remedio a la deriva del secretario general, nunca se va a llevar a cabo porque está condenada al fracaso.
El llamado sector crítico no dará ese paso. Los números no le salen a quienes lo filtran como único medio de abolir el obstruccionismo del Partido Socialista a la gobernabilidad de España. Y además saben que llevarlo a cabo supondría negarse a sí mismos, pues están tan comprometidos como su secretario general en el «no es no» al Partido Popular. La posición fue adoptada por unanimidad por el Comité Federal como depositario de la voluntad soberana de la militancia y responsable máximo en política de pactos.
Los rumores más o menos fundamentados sobre una inminente caída de Sánchez y la creación de una gestora forman parte de la agitación interna y responden a maniobras del sector que siempre cuestionó la figura de Sánchez, pero hacen mucho daño a la imagen del Partido Socialista y plantean una pretensión inviable.
Reparemos en el anonimato de estas filtraciones. Vemos detrás a dirigentes regionales del llamado sector crítico (Vara, Page, Lambán, Fernández, Díaz), pero nadie habla de los barones afines a Pedro Sánchez (Iceta, Idoia, Tudanca, Francina, Sara Hernández, Cancela). Y en cuento a los primeros, van con careta y silenciador. Se quedan a media salida, salvo el extremeño Fernández Vara, que no plantea el destronamiento de Pedro Sánchez como solución.