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AL TRASLUZ EDUARDO AGUIRRE
León

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Q ué importante es mojarse por lo que crees. Empaparse, incluso. Porque hay quienes no se mojarían ni aunque el diluvio universal les pillase paseando sin paraguas por Ordoño. A su calculado interés lo llaman prudencia. Como es sabido, a Rosa Valdeón unas copas de más al volante, en desgraciada combinación con un medicamento, le han llevado a dimitir de sus cargos de vicepresidenta de la Junta y de consejera de Empleo. Lo suyo fue otra acepción del término mojarse, ironizará alguno. Pero no del todo. Sin que quedara banalizado el hecho o cuestionada la conveniencia de su dimisión, hemos asistido a una sincera defensa de sus cualidades humanas y profesionales. Algo poco habitual, más aún en política. No se ha tratado de una campaña orquestada por su partido, sino de personas que desde diversos ámbitos políticos y profesionales se han «mojado» para elogiarla. Y lo han hecho como un acto de conciencia. De los muchos empapados, el más llamativo ha sido el líder autonómico de Podemos, el leonés Pablo Fernández, en las antípodas ideológicas pero no humanas de ella. «Una mujer valiente y honesta, de lo mejor que tiene el PP», dijo. Palabra que indican que Valdeón ha de ser una buena gente, pero también que nuestro paisano lo es. Qué fácil le hubiese resultado callar. Pero su conciencia le llevó a hablar sin paraguas. Y junto a los respaldos, supongo que también habrá sentido el pinchazo del silencio, cuando no de la maledicencia interesada.

Coincidí con el alcalde de León, Antonio Silván, en un acto y tuve ocasión de preguntarle su parecer. No titubeó. «Rosa es excelente persona, profesional y compañera de partido. No puedo tener mejor opinión. ¿Quién no comete errores, quién no necesita alguna vez ser perdonado?». También él se mojó.

A mi entender, lo sucedido no debe traerle ya más consecuencias profesionales, y no han sido pocas. La suya es una brillante carrera, apoyada en reconocidas calidades humanas. No parece política de la que se pueda prescindir, una vez ya ha pagado —y con rapidez— su acción. Ah, las copas. Soy un columnista abstemio. Cuando el Madrid gane la liga brindaré con agua. Y si además gana la Champions, entonces, le daré al Trina. Pero es que no conduzco.

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