Penúltimo cuplé de la Cup
P obre Colón, cómo si no tuvo bastante con ser objeto de soez chufla en aquella canción sobre él y los hermanos Pinzones. La CUP propone retirar de Barcelona la escultura del almirante, símbolo emblemático de la ciudad, pero no sólo de ella. Dicen que por imperialista, genocida, esclavista y coleccionista del oro ajeno. Santo varón no fue, pero tampoco cuando la Legio VII llegó a nuestra tierra se puso a regalar camisetas de Guzmán el Bueno. Los personajes históricos hablan y actúan en zarpazo. A los ángeles hay que buscarlos en otros lugares, pues en los manuales sólo habitan seres de carne y hueso. A los anticapitalistas catalanes alguien debería explicarles que aquello de «Busque, compare y si encuentra otro mejor cómprelo» se refería a otro Colón. Por supuesto, a don Cristóbal se le puede reprochar mucho desde nuestra percepción actual sobre los derechos humanos, pero cuestionar hoy la trascendencia de su gesta es chorrada mayúscula. ¿Qué personaje histórico no tiene luces atravesadas por sombras? Ya lleva la pobre estatua su penitencia en el diario bombardeo de las aves y con las perdigonadas de la intemperie. Sin duda, solloza sincera desde su mutismo: «Perdonadme, si entonces hubiese sabido lo que ahora sé...».
Otro gran anhelo de perdón recorrió la firma de la paz entre el gobierno de Colombia y la guerrilla, tras años de enfrentamientos. Ojalá tras nuestra guerra civil hubiese sido posible un acto similar. Cuán distinta y mejor hubiese sido nuestra evolución como sociedad. Por ejemplo, hoy en León la ARHM no estaría buscando los cuerpos de dos fusilados, ya en 1942, en la tapia del cementerio de Quilós.
Proponer la retirada de dicha estatua —bien de interés cultural— es sólo el penúltimo cuplé. Déjese descansar a Colón, al verdadero y al mítico, al digno de admiración y al que no. Repárense injusticias, pasadas o presentes, pero sólo el perdón y la piedad hacen soportable aquello que ya no puede ser cambiado. Sirva tan estrambótica propuesta de la Cup como aviso a navegantes sobre lo que le espera a Cataluña cuando, quienes desean convertirla en su cortijo suizo y aquellos otros que piden volver al segundo anterior al Big Bang, la declaren planeta independiente.