Diario de León
Publicado por
MARINERO DE RÍO EMILIO GANCEDO
León

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Q uerido bloqueo institucional: no nos dejes. No te acabes. Quédate con nosotros unos cuantos años más, los que buenamente puedas. Tu contribución a este país está siendo enorme, colosal, y sólo gracias a esa benéfica presencia tuya brota ante nuestros cansados ojos todo lo que antes era mera intuición, sospecha o supuesto.

Como un telón que se elevase sin previo aviso, estimadísimo amigo, nos revelas un escenario en el que los actores aún andan en paños menores y se lanzan improperios y acusaciones en plan compañía de feriantes malencarados. La clase política española ha quedado a la vista y en carne viva, sin el masajeo de los asistentes y sin pasar por la zona de maquillaje: el miedo, el orgullo y la traición de unos; los ardides maquiavélicos de otros; la sonrisa arrogante con la que observan la pelea de perros de presa los de más allá, aunque sin poder dejar de echar vistazos temblorosos por encima del hombro... Vanidades y manejos. Incompetencias y zancadillas. Odios y filos de navaja que brillan en prime time .

Un drama shakespeareano desplegado en pleno páramo, una tragicómica novela poco ejemplarizante que se desarrolla en una esfera cada vez más lejana al ciudadano, allá donde el tiempo transcurre de otra manera, los líderes parecen de plexiglás y una señorita acosada por las cámaras se proclama, como una Yeltsin de centro comercial, «la única autoridad» de un partido desarbolado. Todo sin poder quitarse de encima un aire de épica de aldea, de Historia de España contada por Mortadelo.

Y mientras acontece el entremés, los Pérez de turno siguen levantándose a las siete para subir la trapa, echarse a la carretera o ponerse el auricular de atender llamadas. Este bloqueo exhibe lo que funciona en este país, los millones de personas que se dejan la piel en jornadas cada vez más atestadas de tareas, y qué no: los políticos a los que el pueblo dio la única orden de ponerse de acuerdo, y pasaron de ella olímpicamente.

Pues bien, déjennos así, por favor. Que siga el bloqueo hasta que, como en Macbeth , acaben todos en mitad de un charco de sangre. Que llamen al piloto automático de Aterriza como puedas , aquel señor hinchable, y listo. Al menos tiene más decencia. Y más carisma.

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