Siempre tarde

Se sabe que los leoneses somos proclives a alargar las cosas, a retrasarlas o a dejarlas pudrir, por si el tiempo acaba por hacerlas inútiles y así nos lo hemos ahorrado. Somos rápidos en anunciar proyectos, pero es proverbial nuestra lentitud en llevarlos a cabo. Tenemos escasa capacidad ejecutiva, o tal vez nos sobra impulsividad al planificar, sin estudiar antes los pasos a seguir y las dificultades que puedan sobrevenir, por lo que la realidad termina por imponerse y los proyectos acaban por cubrirse de polvo.

Se anunció a bombo y platillo (10 de julio de 2015) la necesaria adecuación del alumbrado al bajo consumo de la iluminación LED y cuando el proyecto se fió a una empresa semipública surgieron inconvenientes, que lo único que han servido es para retrasar esas luminarias más eficientes y menos gravosas para las arcas. Y seguiremos esperando que una empresa no problemática haga la luz y acabe con la penumbra de nuestras calles. Pero mientras tanto el responsable municipal debería darse cuenta de que ahora anochece bastante antes que en agosto y sin embargo el alumbrado público continúa encendiéndose como en verano. A las 20.40 no se ve y es temerario que el Ayuntamiento no encienda las farolas. El sábado la avenida de Europa estaba a oscuras, pudo ser una avería, pero es que el resto de las calles también se encienden muy tarde ¡Y todavía falta todo este mes para que se cambie la hora!

Otro tema que se ha retrasado (ya me lo temía en mi columna del 16 de mayo) es el asfaltado de las calles. El viernes la Junta de Gobierno dio el visto bueno para alquitranar 37 calles y glorietas y se dice que pasado San Froilán se pondrán a ello. Habrá que resignarse con el «más vale tarde que nunca», porque no aprenden por mucho que se les avise. Se adjudicó también la reforma de la plaza del Grano. Por mucho que digan, miedo me da. Por si acaso me despediré de ella. ,

Tampoco en limpieza hay mucha agilidad. El sábado el campus permanecía sucio tras las primeras quedadas de botellón. Qué vamos a esperar de la juventud que ve que el centro de la ciudad es una gran fiesta, donde cada vez hay más casetas y mesas en las calles, hasta el punto de que resulta difícil pasar por ellas, porque la gente las abarrota con una copa en la mano y el suelo queda como un estercolero...