Diario de León
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SILUETAS gonzalo ugidos
León

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A Pablo Iglesias no le gusta el 12 de Octubre, a mí me pasa lo mismo con el 1 de enero. Allá cada uno con sus supersticiones, o sea con las creencias contrarias a la razón. Este hombre, a quien nunca le faltan razones, casi nunca tiene razón y es que en esto, como en el amor, la cantidad no es más, sino menos: amar mucho es mucho menos que amar a secas. El Gran Timonel tiene todo el derecho del mundo a injuriar el 12 de octubre, el 29 de febrero o el miércoles de ceniza, lo que no tiene es ningún derecho a falsear la historia.

La población indígena del Caribe desapareció en menos de veinticinco años. La causa principal fue biológica: los indios carecían de anticuerpos para las enfermedades europeas, las epidemias de viruela y sarampión mataron a tres de cada cuatro; el tifus, la gripe, la neumonía y la rubéola unidos al hambre, la explotación, los suicidios, la abstención de sexo o los abortos hicieron el resto. En la conquista de América, tan truculenta como todas las conquistas, corrió sangre, claro que sí: mucha sangre. Pero ¿puede decirse que fue una guerra de exterminio, un genocidio? ¿Realmente fue una guerra de españoles contra indios? Ni Colón en La Española ni Núñez de Balboa en Panamá ni Cortés en México ni Pizarro en el Perú habrían obtenido otra cosa que una miserable tumba de no haber contado con el apoyo de centenares de miles de indios que se unieron a sus filas para liberarse de la brutal opresión a las que les sometían mexicas o aztecas.

La conquista de América no solo está llena de claroscuros, sino también de perplejidades. En 1550 comenzó un espectáculo insólito para el mundo: por primera vez en la historia, un emperador paralizaba la expansión de su imperio para suscitar un debate: ¿era conforme a la justicia y a la civilización la conversión forzosa de los indios del Nuevo Mundo? Nunca nadie antes había reconocido la dignidad humana de las poblaciones dominadas, y España lo hizo en las sucesivas Leyes de Indias. Nunca nadie antes había sometido a juicio moral la legitimidad de sus conquistas, y España lo hizo en la Controversia de Valladolid de 1550-1551.

El verdadero exterminio de los indios, el más cruento, no fue el de los conquistadores —ni el que los propios amerindios habían ejecutado antes sobre sí mismos—, sino el que acometieron las nuevas naciones hispanoamericanas después de la independencia. La construcción de naciones modernas exigía arrasar el campo, y a acabar con los campesinos indios se emplearon las élites criollas. Ya sabíamos que Iglesias no ha leído a Kant, también sabemos que no ha leído a Bernal Díaz del Castillo. Ni a Todorov. Peor que no leer es ser lector de un solo libro. Se pillan muchas supersticiones.

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