Diario de León
Publicado por
FRANCAMENTE. JUAN CARLOS FRANCO
León

Creado:

Actualizado:

En estos días en los que el frío todavía nos da un respiro, la estampa que presenta el campo berciano invita a su disfrute a grandes tragos. Va a sonar pastelón pero el espectáculo que en las últimas semanas se ve por los valles, paradójicamente menos frecuentados por los turistas —si a caso por algún rezagado caminante a Santiago—, es merecedor de reconocimiento y un elogio mayor que estas insignificantes líneas.

Los valtuilles, Pieros. Otear el horizonte desde el mirador de Corullón. Hacer lo propio desde el Castro de la Ventosa. Disfrutar del contacto con el hayedo de Busmayor si uno es capaz de escaparse de la marabunta humana que se forma allí los fines de semana. Caminar por el Camino Real de Carlos III como si lo estuvieras haciendo entre un mar de tonos amarillos y ocres... El otoño, casi siempre deprimente, adquiere niveles sublimes con sus gamas cromáticas y ayuda a cargar las pilas para afrontar el invierno de nieblas que se barrunta a la vuelta de la esquina. Deambular por estos campos en esta época del año debería estar incluido en el vademecum de la Seguridad Social. Nadie debería de resistirse a estos encantos en la ventana tan corta de tiempo en la que está ‘abierta al público’. Su disfrute debería ser una actividad extraescolar en colegios tan ávidos por ofertar conocimientos sobre las últimas tendencias virtuales, dando la espalda a la realidad que está a las puertas de nuestras casas.

De paso, y tal vez así, esa tierna generación de escolares que todavía está por malear, podría volver a recuperar para esta sociedad algunos valores de civismo y aprecio por lo realmente importante. Valores que para alguno, si es que los tuvo en algún momento, no figuran en su tarjeta de presentación. Sólo así se puede explicar sus comportamientos, empeñados en enguarrar este lienzo, depositando en cualquier lugar—como si no hubiera espacios habilitados para ello— sus miserias como ser humano y los restos de la ruina que como individuo que vive en sociedad se ha convertido, en forma de restos de demoliciones, enseres varios y saldos caducos de su negocio especulativo. Entre todos deberíamos aportar nuestro granito de arena a su felicitad, ayudando a que los cerdos se revuelquen en su mierda en vez de esparcirla.

tracking