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PANORAMA Victoria Lafora
León

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E l triunfo de Donald Trump es una patada al mundo de la razón, de las conquistas sociales y los valores de una sociedad que parecía ir a mejor en cada decenio. La lucha por la igualdad, la defensa de las mujeres, la abominación del racismo y de la xenofobia, están en horas bajas. Los votantes americanos de Trump han decidido que su país, y de rebote la sociedad occidental, se rija por el mundo de los sentimientos, tan difíciles de controlar y que tantas tragedias ha causado a la humanidad. La crisis económica, las desigualdades, y el desencanto sobre el futuro de unas generaciones brillantemente preparadas pero sin expectativas ha conducido a la revuelta contra unas élites ajenas al malestar de la mayoría de la población. La sociedad de la globalización, de la súper información y las redes sociales, no sirve para trasmitir los valores de la ilustración, los derechos del hombre y todo lo que ha construido la democracia del siglo XX.

Las élites han vivido una ensoñación y no han querido ver el malestar que les rodeaba. 2016 puede abrir un paréntesis en la forma de entender la convivencia que dejara secuelas de décadas. Regresan, con la misma fuerza que en los prolegómenos de la segunda guerra mundial, los populismos y los nacionalismos más exacerbados.

No es que el voto de los norteamericanos sea impredecible, es que nadie quiso ver lo que se avecinaba. Que estos años venideros no marquen un cuatrienio negro en las relaciones internacionales, en la economía mundial y en el respeto de los derechos humanos, dependerá de la solidez de las instituciones norteamericanas y de los contrapesos de poder de su Constitución. La responsabilidad de los congresistas republicanos en frenar las propuestas peregrinas del estrafalario candidato que han llevado a la Casa Blanca, es enorme. Pueden y deben impedir la construcción de un muro aún mayor con Méjico, deben y pueden impedir la expulsión de millones de emigrantes sin papeles, que se vuelva a romper las relaciones con Cuba, que se derogue el tratado de libre comercio, que se cuestionen organismos de Naciones Unidas, la Otan y otras barbaridades.

Europa debe convertirse de manera urgente en refugio y punta de lanza de los derechos que han configurado la sociedad de valores más avanzada de la historia. Si Marine Le Pen gana en Francia y la ultraderecha en Alemania, se habrá cumplido la Ley del Péndulo de que la humanidad avanza y retrocede. Y vendrán años de oscuridad.