EDITORIAL: Grave derroche en el INSS que aún se prolongará durante mucho tiempo
La reforma del edificio de las oficinas del Instituto Nacional de la Seguridad Social amenaza con convertirse en un ejemplo sobre cómo no debe gestionarse el dinero público. En cuestión de unos pocos meses se cumplirá una década desde que se decidió no remodelar las instalaciones para proceder a su derribo y sustitución por un nuevo inmueble. Los trabajadores fueron trasladados a una sede provisional en la avenida Padre Isla, por la que se paga un alquiler que a estas alturas ha acumulado un coste total que supone la mitad de lo que costará el nuevo edificio.
El dato resulta especialmente llamativo si se tiene en cuenta que se produce en medio de un panorama de duros recortes en las cuentas de las administraciones públicas por la crisis y con la expectativa de que aún serán necesarios muchos meses hasta que el inmueble de la avenida de la Facultad pueda completarse y ser ocupado por el Instituto de la Seguridad Social.
El gasto en cualquier administración pública debe ceñirse a la legalidad, pero también a unos principios irrenunciables de lógica y ética. El pago de alquileres cuando las instituciones disponen de edificios enteros sin uso resulta indecoroso y a veces sospechoso.
España necesita incluir entre sus reformas urgentes la reestructuración de sus administraciones para evitar duplicidades, derroches y tanto sinsentido como se exhibe ante unos ciudadanos a los que se les exige que paguen con puntualidad todos sus impuestos.
