Decadencia socialista
D ecía Napoleón que cuando alguien quería resolver un problema nombraba un responsable. Si lo que pretendía era eternizar el asunto, entonces nombraba una comisión. Esa es la solución acordada entre Javier Fernández presidente de la gestora que gobierna el PSOE y Miquel Iceta, secretario general del PSC, la rótula suelta del socialismo catalán. Se han concedido dos meses para intentar resolver el desencuentro entre los dos partidos acaecido tras incumplir los diputados catalanes el mandato del comité federal para abstenerse en la votación del Congreso que facilitó la investidura de Mariano Rajoy. Días atrás el PSC aprobó un documento en el que se define a España como una «nación de naciones». Iceta ha defendido ese arabesco envolviéndolo en el mantra de una siempre anunciada y nunca explicitada reforma de la Carta Magna para aterrizar en una estructura federal del Estado. Iceta y con él, la cúpula del PSC (Ros, Parlon, etc) defienden que Cataluña es una nación. Javier Fernández, con la paciencia en la palabra le ha recordado a Iceta lo que dice la Constitución: en términos jurídicos, políticos y constitucionales, la nación es una. Y se llama España. La plurinacionalidad del Estado que defienden Iceta y los suyos rebasa el acuerdo de Granada que sentó la doctrina oficial del Partido Socialista en relación con el diseño territorial y la concepción federal del Estado. Sin los votos de los socialistas catalanes el PSOE no recuperará las mayorías que en diferentes etapas le llevaron al gobierno de España (14 años con Felipe González y 8 con Rodríguez Zapatero), pero el PSC en la medida en la que se acercó a los nacionalistas (el tripartito de Montilla con ERC) fue perdiendo apoyo electoral. Probablemente de manera irreversible. Escuchar a Iceta, un dirigente dizque socialista, hablar de «sentimientos identitarios» es comprobar, con tristeza, hasta qué punto el PSC se ha dejado abducir por el discurso del sector más insolidario de la burguesía catalana. Eso explica su decadencia. Con el PSC, el PSOE tiene un problema grave que no resolverá una comisión. Un problema que reclama cirugía, no antigripales.