Gana la derecha
L a victoria de François Fillon en las primarias de Los Republicanos permite pronosticar con alta probabilidad que este exprimer ministro de Sarkozy entre 2007 y 2012 será el próximo presidente de Francia, lo cual, aunque sólo agradará a los conservadores, es un suceso satisfactorio para todos los demócrata porque descarta la victoria del Frente Nacional, que aspiraba a situar en el Elíseo a Marine Le Pen. Fillon es quien menos rechazo suscita en la izquierda. De hecho, se considera que de los 4,1 millones electores que se pronunciaron en las primarias de Los Republicanos, hubo muchos simpatizantes de la izquierda que pagaron los preceptivos dos euros y firmaron la declaración de adhesión para evitar el triunfo de Sarkozy, bestia negra del progresismo francés.
Después de la profunda crisis económica y de la devastación social producirá por las políticas conservadoras aplicadas para restablecer los equilibrios macroeconómicos es descorazonador que el gran dilema delos franceses para el periodo 2017-2022 sea entre la derecha radical y la extrema derecha. Como siempre sucede en estos casos, gran parte de la responsabilidad por esta deriva la tiene el partido saliente, en este caso el socialista, que ha demostrado una patética incapacidad para conciliar medidas expansivas para estimular el crecimiento con políticas sociales y con el inexorable rigor presupuestario. La socialdemocracia francesa ha sido un fiasco de grandes proporciones. El programa económico que ha enunciado Fillon en seis puntos es inquietante: una rebaja del gasto público de 100.000 millones en el qinquenio, ya criticada por el FMI porque puede producir estancamiento; la reducción de medio millón de funcionarios (hoy hay 5,4 millones); la reducción en 40.000 millones de las cargas empresariales; la desaparición de la jornada semanal de 35 horas (lo que supondrá la desaparición de muchas horas extraordinarias); la supresión del impuesto a las grandes fortunas y la elevación de la edad de jubilación a los 65 años. Como se ve, una serie de vueltas de tuerca sin ni siquiera algún señuelo para hacer más digerible la dieta. Aunque en realidad, el futuro que nos aguarda es así de negro: después del brexit , de la victoria de Trump, de la emergencia de los populismos como aliviadero de las tensiones y apuesta por la innovación, nadie en su sano juicio puede pensar que el futuro, que el mundo que vivirán nuestros hijos, será más habitable que el actual.