¿Primarias viene de primo?
J osé María Maravall, uno de los padres intelectuales del PSOE, catedrático de Sociología, exministro de Educación y respetado politólogo de la generación de González y Guerra, decía recientemente en una entrevista: «No me gustan los plebiscitos, no me gustan las primarias». Su diagnóstico sobre el mecanismo de democracia interna tan promocionado en los últimos tiempos por su partido es letal: «Son un mecanismo de manipulación muy grande».
Así que ahora tenemos a los socialistas cuestionándose intelectualmente la bondad del sistema y al núcleo duro del partido empeñada en dificultar como sea la carrera de Sánchez otra vez hacia Ferraz. No es fácil predecir dónde y cómo estallará la contradicción pero no es sensato promocionar las primarias como sistema de participación de afiliados y simpatizantes mientras el aparatado boicotea al candidato que no es de su gusto. Las contradicciones no se quedan ahí. Según recientes sondeos de observatorios de opinión, el candidato preferido por la mayoría de los 185.000 militantes del PSOE es Pedro Sánchez (35,8%) mientras Susana Díaz y Patxi López recogen la mitad de apoyos. Pero curiosamente los encuestados que se confesaban votantes del Partido Popular o de Ciudadanos consideraban a Susana Díaz como la mejor candidata a liderar a los socialistas.
Suponiendo que en unas primarias abiertas del PSOE ciudadanos afines a otros partidos se animasen a participar podría ocurrir que ellos inclinasen la balanza a favor de la candidata menos valorada por los militantes socialistas y la preferida del aparato y los barones. El mecanismo de primarias abiertas, de un lado, deja a los afiliados de carnet al mismo nivel de decisión, en una tema clave para su partido, que un ciudadano, digamos, votante del PP.
Y estrena un escenario nuevo en la política participativa porque abre la puerta a la injerencia de unos partidos en la vida interna de otros. No es ningún escenario irreal. En las primarias del centro derecha francés han participado ocho millones de personas entre las dos vueltas y de ellos, según las encuestas, el 30% votantes del Frente Nacional y de la izquierda. El preferido de los militantes de los Republicanos era obviamente Sarkozy. Pero el elegido ha sido Francois Fillon. ¿Casualidad? En el fondo, la cuestión de las primarias enfrenta a dos concepciones de la acción política. La de quienes detectan una mayor voluntad de participación de los ciudadanos en las decisiones de los partidos. Y la de quienes entienden, como Maravall, que en sociedades grandes y complejas con intereses muy heterogéneos la democracia directa es una manipulación y una simplificación perniciosa. Ahora ante el vértigo de llegar a unas primarias entre Díaz y Sánchez a cara de perro y con amenaza de fraccionamiento se abre paso la corriente: «Ni Su ni Sa».