Dudas finales
E l año está dando las últimas boqueadas, pero los partidos políticos no se resignan a tener la boca cerrada por unos días. Los sindicatos avisan a Rajoy de que su proyecto continúa siendo el mismo y seguirán en la puñetera calle, a ver si deja de ser puñetera y de verdad es de todos. De la acera de la derecha y de la acera de la izquierda. En vista de eso, el bipartidismo se ha tenido que alojar en su propia casa, teniendo en cuenta que como se está en ella no se está en ninguna parte, pero se estaría mejor si no lucharan para ver quién manda en ella. Sabemos todos, incluso los que no saben nada, como yo, que un general malo es preferible a tres generales buenos porque cada uno de ellos quieren hacer la guerra por su cuenta. Tanto Podemos como Ciudadanos combaten por ser los más importantes un año después del 20-D, que dentro de unos días hará un año, y si lo hemos visto, no nos acordamos. Pablo Iglesias cuestiona con Errejón y Errejón con Pablo Iglesias. ¿Quién manda sobre los que no se dejan mandar porque son partidarios de la desobediencia? La instalación en la duda, más o menos metódica, ha agobiado siempre a nuestros más tupidos cerebros, que ahora se llaman los mejor amueblados y siguen tropezando con el mobiliario.
Conocí a uno de los discípulos favoritos de Ortega en el viejo Café Varela, entre divanes de peluche y espejos desmemoriados. Le había echado de la universidad y malvivía de hacer tesis doctorales para que le dieran sobresaliente ‘cum laude’ a quienes no habían leído más libro que la cartilla de racionamiento, que era el ‘best-seller’ de la época. Me contó algo que decía el que fue su maestro y sigue siendo el de algunos, pero jamás escribió. Cuando hablaba del cardenal Segura decía: «Si será bruto que jamás ha dudado de la existencia de Dios». Ahora no es que seamos más listos, pero dudamos de todo. Hasta de los sindicatos. Quieren recuperar los derechos que ellos mismos han perdido. Ojalá lo hagan.