Sin tregua navideña
A unque la abstención del PSOE impidió unas nuevas elecciones generales en la segunda quincena de diciembre, hace años que los políticos no nos conceden una tregua navideña. La primera investidura de Mariano Rajoy fue en la víspera del sorteo del Gordo de 2011 y ni recordar quiero la pedrea de recortes y subida de impuestos que repartió su primer gobierno el penúltimo día de aquel año. Este año el calendario político es otro, pero mientras no conozcamos en detalle los nuevos Presupuestos Generales del Estado (de los de la comunidad autónoma seguimos sin tener la menor noticia), no nos convendría bajar la guardia. La grey política anda mayormente enfrascada en las cuitas familiares de sus propios cónclaves, pero los boletines oficiales siguen publicándose y la Unión Europea no deja de recordarnos los nuevos recortes pendientes de aplicar. El ministro Montoro dice que «ya no andamos en eso» de los recortes, quizás porque no es él, sino De Guindos, el destinatario de los mensajes de Bruselas; sin olvidar al Fondo Monetario Internacional, otro que no descansa ni nos deja descansar. En esta tesitura se hace presente hoy en Valladolid la vicepresidenta Soraya Sáez de Santamaría, quien viene a despachar con el presidente de la Junta sobre la agenda de asuntos a tratar en la Conferencia de Presidentes convocada por Rajoy en plena cuesta de enero. Dicha agenda está ya muy perfilada y pasa en primer lugar por la peliaguda revisión del sistema de financiación autonómica, es decir, un nuevo reparto de la tarta que el Estado destina a las comunidades autónomas. En realidad, en enero tan sólo habrá una aproximación al tema, ya que la verdadera batalla se producirá después en el seno del Consejo de Política Fiscal y Financiera.
El formato de esta conferencia, cuya propia existencia delata la asignatura pendiente de convertir el Senado en una verdadera Cámara Territorial, no da para mucho. Y más cuando los presidentes de Euskadi y Cataluña, pasan olímpicamente de la convocatoria. La ausencia de la Generalitat es especialmente inquietante, por cuanto, en materia de financiación autonómica, lo que reclama es una negociación bilateral con el gobierno central. Y ni que decir tiene que un eventual acuerdo de esa naturaleza bilateral sería en detrimento y a costa del resto de comunidades (excepción hecha de País Vasco y Navarra, a las que les va de maravilla con su régimen foral). Habrá que permanecer atentos a las pantallas, pero mucho me temo que, en el mejor de los casos, 2017 se va a parecer demasiado a 2016 en lo político, económico y laboral. Con el agravante de que un personaje como Donald Trump va a tomar posesión de la Casa Blanca.