El plagiario
El plagio sistemático en una institución universitaria es inaceptable. Se puede entender una disputa por la paternidad de una idea, de un descubrimiento, pero no es concebible una carrera de investigación basada en la apropiación de textos ajenos. El plagiario desenmascarado debe ser expulsado cuanto antes de la comunidad intelectual, de las instituciones en que teóricamente residen la inteligencia y el saber. Por ello, es inadmisible que el rector plagiario permanezca como miembro correspondiente de las Reales Academias de la Historia y de Jurisprudencia. Es inaceptable que la Universidad no disponga de mecanismos ágiles y eficaces para librarse de personajes de esta catadura moral. Y es incomprensible que la autonomía universitaria sirva en estos casos para perpetuar la barbarie, para envolver al infractor en un halo de impunidad. Ya se sabe que este personaje ha perdido lo más valioso que tenía, el prestigio y el crédito. Pero no basta: es preciso que la ejemplaridad pública se instale radicalmente en la vida académica como referente de los jóvenes que contemplan el espectáculo con bien penosa perplejidad.