Daños irreparables

Cuando en un partido político aparece un dilema que divide a sus miembros, pueden suceder varias cosas: lo normal y deseable es que la disyuntiva se debata hasta que una clara mayoría termine adoptando una de las dos opciones posibles. Otra posibilidad en organizaciones refinadas y en asuntos no muy esenciales es que, aunque se mantengan las posiciones ideológicas, la minoría se pliegue al grupo hegemónico. Una tercera posibilidad es que, al ser evidente que las dos posiciones son irreconciliables y al resultar dudoso quién tiene la mayoría, una de las partes dé el golpe de mano y se quede con el aparato y con el partido. Es el relato aplicable a la coyuntura del PSOE, y quizá en el futuro también a Podemos.

Antes o después, la cuestión deberá dirimirse en un congreso. El resultado de la confrontación que se avecina es hoy por hoy incierto. Pero una cosa es ya segura: tras haberse perdido el respeto los unos a los otros, el PSOE permanecerá dividido y tendrá gran dificultad para levantarse durante bastante tiempo. Los daños son en casos como este dificilmente reparables.