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Publicado por
el gallo
León

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El titular era llamativo: unas opiniones de José María Maravall, exministro de Educación del PSOE, a un periódico nacional, venían precedidas por esta frase: «El PSOE debe combatir la pobreza, no la desigualdad». El aserto significa, evidentemente, que la obsesión enfermiza por la igualdad, por la redistribución de la renta, puede poner en peligro el crecimiento, de forma que tal empecinamiento podría terminar provocando un reparto de la miseria y no de la riqueza. Pero una vez reconocida esta cautela, que los socialdemócratas admitieron hace tiempo, hay que añadir acto seguido que este país ha incrementado gravemente sus desigualdades con la crisis —el índice de Gini calculado por la Ocde pasó de 0,324 a 0,346 entre 2008 y 2013—, lo que ha provocado el hundimiento de buena parte de la clase media en el proletariado y una caída nada simbólica de la productividad. Acierta Maravall, en fin, cuando reconoce que lo importante es conseguir una economía dinámica, que integre actividades de alto valor añadido, que descanse en la educación como principal recurso, pero eso no basta: amortiguar las diferencias salariales y sociales, y luchar por tanto por una mayor igualdad, es obligatorio para avanzar en el terreno de la cohesión social, para elevar cualitativamente la cultura política y las afinidades que fundamentan el concepto de comunidad.

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