Ruido de facas
E n Podemos todos se ponen a partir y todos tienen razón. Es su drama. El ruido de facas. No hace falta buscar la carga de la prueba fuera de su perímetro político y organizativo, que es desde donde disparan los habitualmente críticos con el partido de Pablo Iglesias. Empezamos por uno de sus padres fundadores. Hace unos días, Juan Carlos Monedero puso negro sobre blanco su preferencia por un régimen caudillista como base de funcionamiento. Ya me dirán ustedes, si no, cómo debe interpretarse la advertencia de que «si cae Iglesias, cae Podemos». Equivale a reconocer que este partido no sobrevivirá si se somete al escrutinio democrático. No todos piensan así puertas adentro. Le faltó tiempo al número dos, Iñigo Errejón, para declarar públicamente que en Podemos nadie es imprescindible. «Y cuando digo nadie, quiero decir nadie», dijo.
Algunos comentaristas hemos admitido nuestra incapacidad de encontrar el meollo del debate interno después de aproximarnos al culebrón, mientras Iglesias y su camarilla negaban que fuese una lucha por el poder pura y dura. Hasta que desde dentro del partido nos han venido a dar la razón.
Tampoco son voces extrañas las que acusan a la dirección oficial de Podemos en Baleares de tener actitudes y métodos «corruptos y gansteriles». Provienen de la propia organización y nos remiten al documentado chantaje que los máximos responsables de la comisión de garantías ejercían sobre los miembros del sector crítico. «Si eres buena niña, te buscaremos un trabajo». Frase registrada como prueba de los métodos empleados para frenar el atrevimiento de una dirigente regional, Carmen Azpilicueta, cuyo pecado consistió en querer ascender en la escala jerárquica como alternativa a la candidatura oficial. Un episodio más en el drama-rap de Iglesias y Errejón, que bate récords de taquilla en vísperas del conclave nacional del partido y escandaliza a la abuela de Podemos, Teresa Torres. Hasta el punto de inspirar la carta del «volvamos al amor» que Iglesias le dirigió a Errejón. Aquel se mostró teatralmente avergonzado y pidió perdón a «los que confiasteis en nosotros, como Teresa, y pensasteis que éramos diferentes». Craso error. Nada nuevo bajo el sol en una crisis de partido, donde es habitual el llamamiento a lavar los trapos sucios en casa y hacer propósito de la enmienda en nombre de la unidad. Mecanismos de respuesta habituales de la vieja política, de la que ya forma parte Podemos.