Diario de León
Publicado por
LA GAVETA CÉSAR GAVELA
León

Creado:

Actualizado:

C ada viaje que hago a Asturias es, también, un viaje hacia la melancolía. Hacia el sueño de aquella autonomía que no pudo ser, y que, probablemente, debería haber sido: la de los asturleoneses. La de los astures norteños de Asturias y de los astures sureños que viven donde corre el río Astura, hoy llamado Esla, el gran río leonés. Porque si Asturias tiene su nombre, León tiene el viejo Astura y la ciudad de Astorga, la Asturica Augusta de los romanos.

Esas dos cartografías hermanas que tienen la misma patria verbal, la astur de Asturias y la astur de Astorga y el Esla, estaban llamadas a ser una sola autonomía. Una comunidad donde, curiosamente, las bravas montañas de la cordillera, en lugar de separar, unen. Y lo hacen desde la complicidad. Desde el amor, podríamos decir, hacia esa cadena de montañas. Tan queridas desde Asturias y también desde León. Tan propia de ambos. Asturianos y leoneses ven cada día las mismas montañas, unos desde el verdor húmedo y la ribera del mar, y otros desde la meseta y desde las riberas de sus ríos formidables. León es la Asturias del aire y Asturias es el León del mar.

Pero no fue posible esta autonomía asturleonesa, que cada año que pasa vemos más justificada, más enriquecedora para ambas partes, más complementaria. Y seguro que más optimista en estos tiempos que corren. Porque después de 33 años de autonomía castellano-leonesa, al margen de muchas consideraciones que se puedan hacer, prevalece una, decisiva, aunque inmaterial: los leoneses no viven con ilusión su pertenencia al ente autonómico que se gestiona desde Valladolid. Y no estoy hablando de remover antiguos planteamientos, ni de reactivar aquel quimérico “León Solo” de hace mucho. Quimérico, sí, pero con razones parecidas, en su inconsistencia, a las que dieron lugar al nacimiento de La Rioja o de Cantabria, tierras castellanas; origen de Castilla.

La comunidad asturleonesa la quiso León pero no la quiso Asturias, tampoco debemos olvidar esa realidad. La tendencia a la afirmación provincialista fue más poderosa que la inteligente mirada de la cooperación y la suma. Y no fue posible una autonomía que, curiosamente, sería la más histórica de toda España. Porque sus leyes ya existían hace más de mil años, cuando los monarcas asturianos se instalaron en León. A partir de aquel momento, astures y leoneses fueron hermanos, aunque los siglos, la sociología y otras cuestiones, incluso alguna que otra altivez, y los pequeños intereses de las aristocracias locales, no hicieron posible que aquel reino originario de España, llegara a ser una autonomía.

Ahora el debate es otro: construir mecanismos políticos que profundicen en esa verdad trans-regional que une a asturianos y leoneses. Los campos de esa colaboración son muchos, es cosa de saber descubrirlos y de saber articularlos. En un plano de igualdad.

tracking