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TRIBUNA | Al populismo no le interesa el progreso

Publicado por
Francisco J. López Rodríguez profesor
León

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En los países nórdicos de Europa es muy difícil que surja un partido populista y menos de izquierda. Son estados que gozan de un alto índice de estatus económico. El desempleo es mínimo. El paro se da en aquellas capas sociales que no se han formado y que voluntariamente han elegido el fracaso escolar y, por supuesto, están eligiendo la marginación social. En estos países es impensable hoy que pueda triunfar un partido de extrema izquierda. Estados que estuvieron bajo la órbita soviética como Estonia, Letonia y Lituania hoy están gobernando por coaliciones de centro derecha. Ni qué decir de los Estados Unidos de Norteamérica ni por supuesto Canadá donde hablar de partidos de izquierda/comunista es hablar de utopía política.

En toda Europa, sólo hay dos estados en los que gobierna la izquierda: Grecia, aunque el filocomunista Tsipras se ha domesticado, y Portugal, que gobierna el socialismo con los comunistas, también marcados por la directrices de la Unión Europea. Se deduce que en aquellos países cuya economía o desarrollo está en crisis, la izquierda tiene cultivo y espacio político o en aquellos países, como España, que la cultura política no ha madurado y la sociedad no es consciente de que ciertas formas de gobernar es volver a un pasado que la mayoría de los españoles no han vivido, pero interesa revolver porque las nuevas hornadas parece que les han contado años de truenos y relámpagos, de tortura y esclavitud.

La crisis es un terreno ideal para la siembra del populismo. En España, durante mucho tiempo, el populismo va a ser cultivo y fruto político. Hay una serie de bolsas sociales que, hoy por hoy, votarán extrema izquierda. Hay un voto muy voluble como es el de los jóvenes. La corrupción es una lacra que ha inundado el territorio nacional y los jóvenes detestan este enriquecimiento. Hay colectivos que previsiblemente nunca van a votar a los partidos tradicionales, nos referimos a los que se han marginado cultural y socialmente.

El populismo en España tiene muchas hectáreas de terreno en el que caben, al menos, tres millones largos de personas que se consideran marginadas o automarginadas. El populismo riega esta tierra porque le da muchos frutos en forma de votos. Hay otros muchos que quizás, renegados de todo, se lanzan al abismo porque la esperanza se convierte en desesperación. A la extrema izquierda le interesa esta caza. Si un día alcanzaran el Gobierno, todos estos colectivos serán prioritarios no para fomentar en ellos la formación, el trabajo, no, para darles ayudas para que, a imagen y semejanza del chavismo o castrismo sean soporte y algarada callejera para proteger al dictador.

Supongamos que por arte de magia todos estos colectivos consiguieran un trabajo, no cabe duda que el populismo pasaría a ser residual. Pero esto no va a suceder. No interesa alcanzar el pleno empleo, no interesa alcanzar un nivel económico. El populismo nunca va a ayudar al empresario para que pueda crear puestos de trabajo. Nunca va a proponer desgravaciones de impuestos al empresariado. Nunca propondrá una ley que fomente ayudas económicas al emprendedor. Gravará a todos los que produzcan con más impuestos. A los empresarios se les asfixiará fiscalmente.

Sólo hablará de derogar leyes que fomenten el esfuerzo, que fomenten ayudas laborales. Prometerá una ayuda social a todos los desempleados. Propondrá subidas salariales, aunque no se ajusten a la realidad económica. Prometerá viviendas gratuitas para los okupas. Pedirá rebeldía contra los bancos. Nunca hablará de fomentar las telecomunicaciones, ni desarrollo de infraestructuras ni se preocupara de mejorar la calidad de vida de las personas que producen y trabajan para que todos los ciudadanos progresen. El populismo apela al pueblo para construir su poder, entendiendo al pueblo auto marginado, aquel que renunció al trabajo porque va a vivir del sudor del de enfrente y del padre estado.

El populismo es una ideología delgada que considera que la sociedad se divide en dos grupos homogéneos y antagónicos, la gente pura y la élite corrupta. El político populista es entonces el único que representa la voz de todo el pueblo.

Con la victoria de Donald Trump en Estados Unidos el populismo pasa a ser una acuñación que está removiendo las conciencias de los pueblos para identificar su ser personal y nacional. Pretender transmitir que todo lo que se ha hecho hasta ahora está mal y están llegando los mesías que van a redimir al pueblo oprimido. Se está hablando de populismo como concepto que vale para extrema izquierda o extrema derecha. El populismo es reserva de la extrema izquierda. No tiene nada en común con el llamado populismo de extrema derecha. Este está históricamente determinado por nacionalismos y que llega a límites extremos como nacismo o fascismo.

Hay coincidencias y estrategias para alcanzar el poder, pero no confundamos el populismo de Donald Trump con el de Podemos. En su discurso electoral dice «La pregunta de mañana es: ¿quién es queréis que gobierne América, la clase política corrupta o la gente?, se preguntaba Trump en la noche preelectoral. Esta pregunta es capciosa y muy irónica. La razón es evidente, Trump es un multimillonario con lagunas de corruptelas en su trayectoria económica La demagogia de Trump está en el polo opuesto del populismo de Podemos, por ejemplo, la idea de Trump es la doctrina de Monroe sintetizada en la frase «América para los americanos». El populismo de Trump es nacionalista, imperialista, capitalista como base para un desarrollo económico. En España, el populismo, se dirige a los que se consideran desfavorecidos, es segregacionista, independentista, no nacionalista. Pretende crear Reinos de Taifas, en los que el populismo se haría fuerte.

Hasta la fecha nunca hemos oído ni leído ninguna propuesta económica de Podemos, sólo habla de corrupción, de delincuentes. Aprovechará cualquier situación social para denunciarla. Ahora bien, fomentar el progreso económico. nunca, porque iría contra sus principios y perdería poder y, probablemente, pasaría a ser marginal.