Luz y transparencia

El concepto transparencia está de moda, ya que el término describe el gran antídoto contra la corrupción, la principal lacra política en los últimos tiempos. Y una de las carencias flagrantes en este territorio es el relativo al precio de la electricidad, que sigue siendo enigmático y confuso. Y es por tanto lógico que la inquietud salte a los medios en los momentos en que la tarifa sube desaforadamente a causa de la coyuntura meteorológica, asociada a las energías renovables. En el momento actual, y aunque resulte confuso, cuando se nos dice que le falta de lluvia y de viento obliga generar electricidad por medios más onerosos, cabe la extrañeza por el hecho de que no se incluyan en el mix determinadas centrales de ciclo combinado que abaratarían el precio y puede entenderse que el comportamiento del sector sigue sin ser todo lo transparente que debiera. Cuando hay sospechas de prácticas oligárquicas, el regulador tiene que salir a dar explicaciones, a desmentir la sospecha o a anunciar sanciones. Lo intolerable es que nadie dé realmente la cara cuando se machaca al consumidor, inerme ante el abuso.