La puerta de salida
L os que hemos vivido tantas épocas distintas no sabemos ya a cuál pertenecemos. Es lo único que nos iguala con los jóvenes, pero ellos van a tener mucho más tiempo para buscar la solución y para resignarse si no la encuentran. La primera ministra británica, Theresa May, que si no es ‘la dama de hierro’ aspira a ser la dama de duraluminio, quiere mantener una posición de libre comercio pero de modo bilateral, fuera del mercado único. Mientras, en España acuerda Rajoy con los múltiples presidentes autonómicos un nuevo modelo de financiación que les caiga bien a todos, aunque les estallan las sisas si estornudan, ahora que hace más frío que nunca, o sea, un poco más que el de siempre. Lo más engorroso de las comunidades es que no tienen nada en común. Varían los precios, ya que en algunas suben mucho y en otras sólo aumentan demasiado. Quizá no sea el momento para preguntarse cómo Villon, que era delincuente y poeta pero no por ese orden: «¿Dónde están las nieves de antaño?» Están aquí y han venido para quedarse. Nieva en Almería y en Alicante y en sitios donde nunca había aparecido excepto en las postales. Menuda y cernida llega mientras los escolares se divierten y los menesterosos cascan y los políticos discuten.
La rebelión, más bien moderada, contra Pablo Iglesias ha dejado de ser el asunto central de muchas conversaciones. Ahora de lo que se habla es de Bárcenas que es asunto más apasionante y sobre todo más detectivesco. Este señor ha sorprendido al tribunal que juzga el caso Gürtel’diciendo que nada tiene que ver su dinero en Suiza con el Partido Popular y su cargo de tesorero. Su dinero es suyo y si lo tenía fuera lo consideraba como un fondo de pensiones. Se debía a su éxito en los negocios. El mayor fue que el PP le nombrara tesorero. La puerta de salida estaba abierta y no guarda documentación. En Suiza son muy discretos. Los contratos personales son sagrados. Y en España parecemos tontos.