Diario de León

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luis herrero rubinat abogado
León

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A penas tres semanas del nuevo año han servido para dejarte claro que todo va a seguir igual. Van a continuar con cansina reiteración dispensándote durante los próximos meses la misma displicencia, los mismos figurantes y las mismas negaciones con las que te han agasajado durante las últimas décadas. Te lo recuerdan todos los días para que no te hagas ilusiones: nada va a cambiar.

Tampoco te pilla de sorpresa ni esperabas otra cosa. Los Reyes Magos, privados del carbón de tus minas para caldear hogares y sustentar a tantas familias, han traído a la mayoría de tus gentes clamorosos cuadros de gripe y catarro. Virus a la carta. Mal augurio este para comenzar el año.

No habían iniciado aún el camino de regreso Sus Majestades, cuando sus presentes se manifestaron como una explosión virulenta de fiebres, toses, congestiones y dolores. Tu tropa formó un cortejo más parecido a una procesión penitente que a una cabalgata, y enfiló sus pasos hacia los centros de salud y las urgencias hospitalarias. En ellos sufrieron los efectos de la improvisación y de los recortes de esa Junta que tanto te hace la cusca. La Junta de Allí. La misma que cierra plantas enteras de tus hospitales para ahorrar mientras los sufridos enfermos cruzan los dedos, les cruzan sus camas en los hospitales y pasan a engrosar, pacientes ellos, interminables listas de espera.

Malos presagios, de otro tipo, los que trae la nieve. O mejor, la ausencia de la misma. Poca y tardía es la que se puede observar a esta altura de temporada. Montañas peladas y embalses bajo mínimos auguran que este no va a ser un año de nieves ni tampoco de bienes. Media España subyugada bajo los copos y en tus montañas, a mediados de enero, es preciso ascender hasta altitudes significativas para presenciar el níveo manto invernal.

Y si los reyes te han negado el carbón y la nieve, pero te han colmado de virus, la Junta de Allí, siempre tan impertinente, ha vuelto a demostrar cuán en serio se toma su obsesión por ofrecerte una ración diaria de escarnio. Mira que es fuerte la última: el próximo curso pretende cerrar 18 unidades de Secundaria en colegios públicos y reducir en 43 el número de docentes en tu vieja piel. Un número de profesores que se suman a los 700 que ya ha suprimido en los últimos años.

Para qué te voy a recordar que, como siempre y de todo lo que viene de la Junta de Allí, tú eres la que más sale perdiendo. Esos 43 profesores que pretenden borrar del encerado de tus escuelas contrastan, y mucho, con los dos, solo dos, que reducirán en la capital impostada que te gobierna. Claro que, si les haces caso, no sentirás el avinagramiento en las entrañas que causa el menosprecio ni la quemazón que produce la indolencia. Ellos te lo justifican casi para que les agradezcas tanta magnanimidad contigo. Angelitos.

Porque los de la Junta de Allí han explicado que en la decisión de eliminar unidades y docentes «no hay recorte ninguno, hay un ajuste». ¿Tú los entiendes? Yo tampoco. Imagino que descifrar tales profundidades, desentrañar los algoritmos de esa desbordante elocuencia dialéctica requiere ingentes dosis de sabiduría y de astucia. Tan grandes como para que al común de los mortales nos sean vedadas. Seguro que es preciso estar hecho de otra pasta y exhibir un rostro tan exclusivo como el que presenta, con exquisita puntualidad y soltura, el consejero de Educación de la Junta de Allí.

Debo confesarte que me da grima cuando te miro a los ojos, como ahora que me acerco a ti para desearte lo mejor para este año. Te encuentro cada vez más enfermiza y ajada. Varada en el tiempo. Tú que fuiste la madre de una gran nación, ahora estás cautiva por esa autonomía que constituye una gran mentira: por la Junta de Allí. Tú que fuiste Reino, compruebo cómo te debilitas progresivamente, sufriendo una hemorragia de sangre joven y de oportunidades de futuro. Qué efectos tan desbastadores producen en tu existencia el desprecio indisimulado por parte de esa nueva e indeseada madrastra que te han colado.

En 2017 se cumple el primer milenio de uno de tus fueros; efeméride esta que, junto a los concilios y reyes a tenor de la letra de tu himno, te dieron prestigio antes que en Castilla se promulgaran leyes. Verás cómo los de la Junta de Allí se apuntan gozosos a maquillar el evento. A adulterarlo a su conveniencia. O a apropiarse de los fueros, directamente, como han hecho con todo lo que se les ha puesto por delante; igual que se adueñaron del VIII Centenario de las primeras Cortes democráticas. Unas Cortes que se celebraron aquí, en tu noble piel, y no Allí. Aunque este hecho de dimensión universal, tal y como ha reconocido la Unesco, no resultó óbice para que los de la capital impostada se llevaran el parlamento autonómico y la Junta de Allí. Acapararon con todo.

Solo queda imaginar que el maestro de ceremonias del milenario sea, por ejemplo, el consejero de Educación. Y que los actos conmemorativos se celebren en el conservatorio de nueva planta que, como última ocurrencia de los conspicuos pensadores de Allí, sea un palafito construido entre las dos orillas, enfrente del campo de futbol, en mitad del río Bernesga. Tienes razón: mejor no dar ideas.

Te deseo, tierra hidalga, tierra mía, lo mejor para este año. A pesar de que ni las circunstancias ni el nuevo inquilino de la Casa Blanca abonen optimismo de ningún tipo.

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