cartas al director

c Luis Alberto Rodríguez escribe con el título ‘Los Goya por fin son de cine’: «Debo confesar que en esta edición de los Premios Goya 2017 conseguí mantenerme ante el televisor hasta el final de la gala. Y es que esta vez, ni unos ni otros, convirtieron la alfombra roja o el micrófono en el altavoz de posicionamientos políticos o reivindicaciones inoportunas. El resultado de años anteriores así lo aconsejaba. Por lo que todos consiguieron o conseguimos disfrutar de los resultados del cine español. En cualquier caso algunas acciones eran necesarias. Así el presentador comenzó interpretando excepcionalmente un alegato personal, en aras de solicitar el debido respeto —que quizá no sintió en ocasiones anteriores— a su trabajo. Y muchos otros suplicaron apoyo a la industria cinematográfica, empleo pleno, igualdad para actores y actrices, y mayor representatividad del cortometraje, la animación o la producción independiente. El resto fue un desfile de emociones y sentimientos, propios de premiados o nominados, y de todos aquellos que disfrutan haciendo o viendo cine. Porque pocas actividades tienen la capacidad de conmover, de modificar actitudes e implementar valores, como una ininterrumpida secuencia de escenas de película tras apagar las luces. ¿Quién no se siente distinto tras volver a encenderlas? Sólo un ruego y una excepción para 2018: que los cortes promocionales de nominados no incluyan tantas palabras malsonantes, y que Rajoy encuentre hueco en su agenda para el séptimo arte».