EDITORIAL | Medidas urgentes frente a los daños ambientales de la Variante de Pajares
La diligencia y contundencia con la que la Confederación Hidrográfica del Cantábrico ha actuado en relación con los daños causados por las obras de la Variante de Pajares en la vertiente asturiana —abrió 67 expedientes sancionadores y reclama pagos por importe de un millón de euros por agresiones al medio— contrasta de manera muy llamativa con la falta de voluntad para afrontar el problema por parte de Confederación Hidrográfica del Duero, cuando los daños son a este lado muchísimo más importantes y, sin embargo, sigue sin haber respuesta diez años después de que se denunciasen las catastróficas consecuencias geológicas, paisajísticas y medioambientales.
Los vecinos de la cabecera del Bernesga habían alertado ya en 2005 de la sangría que se estaba produciendo en los acuíferos, secado de manantiales y problemas de suministro para los pueblos de la zona. La dimensión del problema tiene cifras concretas: León vierte a la vertiente asturiana por los túneles de la Variante de Pajares hasta 400 litros de agua por segundo, lo que en la suma anual supondría la mitad de la capacidad de la presa de Casares, por poner la referencia más próxima y precisa.
Aunque la segunda vía abierta es la contenciosa contra Fomento, los damnificados inclinan sus preferencias por la primera: que sea la Comisión de Conflictos de la Unión Europea la que emita un informe corrector de los daños ambientales y evalúe el grado de responsabilidad y los costes para exigir a Adif la reparación de los mismos. Pero todo ello pasa también porque CHD cambie de actitud y olvide aquel «es mejor buscar soluciones que mover papeles» con que entonces se quitó el problema de en medio. Porque exaspera su inquietante quietud.
