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fuera de juego. carlos frá
León

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Este sábado las calles de Burgos exhibían una singular actividad. La ciudad o por mejor decir su auditorio y palacio de congresos —anexo al Museo de la Evolución Humana— acogía la Dance Worldcup Spain, un evento que reunió a 1.500 chavales y con un efecto multiplicador evidente en forma de expediciones familiares. Grupos de todo el país pugnaban por seguir adelante en una competición mundial que debo admitir que desconocía su existencia hasta que pregunté que era todo aquello por la permanente presencia de chicos con acreditaciones, chándales, mochilas o sudaderas de grupos por toda la ciudad. Un evento acorde para un escenario de primer nivel —en pleno centro de la ciudad e inaugurado en 2012— y que contrasta radicalmente con el proyecto faraónico que nos idearon para León y que ha acabado sumido como tantos en el caos.

A la avenida Doctor Fléming se asoma esa vieja azucarera Santa Elvira que hoy por hoy se parece más a un estudio cinematográfico. Pura fachada, como el mejor icono de lo ocurrido en esta ciudad que soñó hace poco más de una década con que le había tocado la lotería para acabar viendo, al igual que les ocurrió a los convecinos de Pepe Isbert en Villar de Río según el guión de Berlanga, como el futuro pasaba de largo para ahogar los sueños.

Tantos planes y tantas primeras piedras que lo cambiarían todo y que poco a poco se van evaporando porque el espíritu de las pirámides que lo impregnaba se fue con el paso de las nubes. Proyectos sobredimensionados bien alabados a golpe de incensario que se enfangaron por irreales y porque las zancadillas políticas así lo buscaron. Y aderezado además con la obsesión por preservar todo sin alterar nada —tan abonada desde la paradoja neoactivista proconservadurismo— que desequilibró a León en la batalla de todas las ciudades por tener aeropuerto/universidad/palacio de congresos —entre otros imprescindibles— hasta quedar en fuera de juego.

Burgos estrenó hace un lustro su palacio, un moderno edificio con todas las dotaciones y en pleno centro de la vida cultural y social. León no supo detectar la fiebre que mostraba ese anticipo-Palacín que no sale a una media de acto por año. El innegable éxito del auditorio o de Espacio Vías avala que los buenos proyectos son garantía de éxito. Eso sí, sin faraones.