Un caballero con mayúsculas

E n momentos como los actuales, donde el ser disruptivo y radical ponen de moda a youtubers cuyo plazo de reflexión antes de lanzar al mundo sus opiniones no pasa de unas milésimas de segundo, aparecen como ecos del pasado personas a las que escucharles supone aprender y disfrutar.

El pasado sábado Vicente del Bosque impartió, no una charla o conferencia en el teatro Bergidum de Ponferrada, digo no porque lo que él expuso y todos pudimos disfrutar fue una verdadera lección de vida. Lección que comenzó con su aparición. Hombre accesible, humilde con todas las personas que se le acercaban y especialmente cariñoso con los niños principales destinatarios del acto.

Le tocaba hablar sobre los valores y el deporte. Lo hizo sin guión, pero sin improvisar. Se notaba que estaba convencido de lo que decía, es más se notaba que vivía lo que decía. Todo expresado con un tono de humildad y gran sencillez. Me fijé que cuando hablaba de los logros conseguidos en su carrera deportiva, especialmente como entrenador, utilizaba siempre la primera persona del plural «nosotros». Esto ya dice mucho de un hombre que ha llevado el fútbol nacional a lo más alto.

Cuanto más le escuchaba, más sorprendido estaba. Hacía mucho tiempo que no presenciaba una exposición tan llena de sentido común y experiencia como la que Vicente nos estaba regalando a todos los presentes.

Vicente vinculó la práctica deportiva con el buen desarrollo de la persona, expuso claramente la necesidad de practicar deporte para la sana formación humana e intelectual de nuestros niños y jóvenes. Puso de relieve la importancia de la familia y la escuela como elementos clave en esta formación. La solidaridad que genera el deporte y por ello lo convierte en una escuela para la vida. Pero, todavía tuvo tiempo para hablar de la necesidad de aprender a ganar y a perder, a mantener las formas en ambas circunstancias, vamos lo mismo que ya dijo Alejandro Magno con otras palabras, se nota que es un hombre de mundo. También defendió la necesidad del esfuerzo, de instruirse en la técnica sin la cual no hay éxito. Esto último traducido de forma clara significa la necesidad de estudio, de esfuerzo para conseguir el éxito.

Resumiendo, en su disertación nos envió un mensaje claro que se puede concretar en: «Los valores deben ir unidos al esfuerzo para que el éxito llegue. Aún así a veces se pierde y hay que saber perder».

Todo lo anterior lo podría haber dicho otro ponente, cosa que no es habitual. La plusvalía que tiene implícita el mensaje de «del Bosque» es que ha alcanzado la cumbre del éxito en lo profesional y en lo personal se ha hecho merecedor del respeto y cariño de una inmensa mayoría social. A esto le llamo yo predicar con el ejemplo.

Fútbol y valores, saber unir el afán competitivo, el afán de victoria con los valores de siempre y con la correcta educación es un arte que este hombre ha conseguido plasmar en la realidad de las televisiones de todo el mundo.

Su forma de ser recuerda a Unamuno, quien tanto quiso a su Salamanca natal. A Machado, Azorín, en fin a los del «98» que frente a una crisis material de su época se preocupaban por recuperar los valores más nobles de las personas. Ellos eran conscientes de que España no se recuperaría de sus tragedias si no recuperaba los valores que habían presidido su gran Historia.

Vicente del Bosque encarna al castellano viejo, al español de palabra, al vino recio de Castilla que llena el alma. Todo ello definió a nuestros antepasados frente al mundo cuando éramos respetados y admirados precisamente por ser como éramos.

No es melancolía, no es chovinismo, ni siquiera añoranza de tiempos mejores. Simplemente lo que digo es fruto de la alegría de haber conocido a un español con letras mayúsculas, a un ejemplo de hombre que conserva su humildad habiendo sido todo en su carrera.

La conferencia impartida debiera ser dada como una lección más en los colegios. Hay mucho que aprender de ella para conducirse por la vida.