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EL BAILE DEL AHORCADO

Las velas de Dominique

León

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En política, las circunstancias y la realidad imperan». No me quiero meter en un debate acerca de lo que significan esas dos palabras porque me parecen demasiado importantes y, hasta cierto punto, antagónicas. Lo que ocurre es que los políticos se ponen a hablar y en ocasiones sus circunstancias hacen que decidan sepultar la realidad. Vaya, alcalde, que me gustaría saber qué tiene que ver el culo con las témporas o, en este caso, la realidad con las circunstancias. También podríamos poner detrás algún pronombre posesivo: tuyo, suyo, mío... porque las circunstancias también cambian según quien las ejerza. No es lo mismo hacerlo con vocación de ser que de estar, que la circunstancia de alcalde también es susceptible de cambiar en función de la realidad, como el edificio de Dominique Perrault, que puede ser una cosa u otra, o las dos, o ninguna, como otras tantas de las que aparecen y desaparecen en la provincia, que si viniera aquí David Copperfield pensaría que León es Brigadum, de la cantidad de realidades que se esfuman sin que nadie parezca darse cuenta.

A ver si me entero. Resulta que nos vamos a tener que acostumbrar a que el palacio de exposiciones y congresos deje de ser eso mismo y pase a convertirse en una especie de frontal, de decorado, de atrezzo —alguien ha usado la palabra trampantojo— que los políticos de turno utilicen para saber hasta dónde pueden medir el pulso con los leoneses. De momento, el marcador va a cero para los ciudadanos. Nos han marcado tantos goles que ya no sabemos de dónde nos lanzan los proyectiles. Esa es la realidad. La realidad es que no somos nadie y no lo somos porque para saber qué lugar ocupamos en el mundo hay que acudir al grado de respeto que despertamos. La circunstancia es la otra parte de la declaración de Antonio Silván: «El Palacio de Congresos se hará cuando se pueda». Cuando se pueda es una circunstancia temporal que en León se convierte en indefinida. En leonés, la frase ‘se hará cuando se pueda’ se traduce con un ‘sí, por los c...’, que ya establecimos el sin par Javier Zardón y una misma en el abecedario que más presta. Hace más de diez años la Azucarera se llenó de velas. Ese día nadie pensó que se trataba de una profecía...