¿A quién quieren engañar con lo de las sentencias?

H emos sido, somos y seremos un país muy peculiar. Fantástico país, pero peculiar. Estupendo país, pero peculiar. Y desconozco además si esta peculiaridad nuestra, tendrá o no tendrá final. Si no lo tiene, qué pena y si lo tiene, que alivio. Con el ya muy manoseado juicio del caso Nóos, del tema Iñaki Urdangarín, de la Infanta Doña Cristina, la gente, el pueblo, están realmente cansados. Esas cosas se notan en el ambiente. Y en este caso a pesar de lo importante de sus protagonistas, o precisamente por esa importancia, pues también se nota. Y, de verdad, cansa y sobre todo, desanima.

Quizá hubo una inflexión en ese cansancio y es cuando el rey emérito don Juan Carlos, declaró que la Justicia en España, es igual para todos. Que a todos los españoles, por nuestra Constitución, se nos medirá, en temas de Justicia, con el mismo rasero. (Pero ¿qué asesores tiene el rey emérito que le permiten decir esas cosas?) Y, estos días hemos conocido la sentencia del caso que nos ocupa.

Iñaki Urdangarín, seis años de cárcel. La infanta doña Cristina, absuelta. La reacción del Gobierno en boca del Ministro Méndez de Vigo ha sido que esta sentencia demuestra que en nuestro país, en España, funciona el Estado de Derecho, (de nuevo el tema de asesores) Por su parte el abogado de la infanta, Miguel Roca, de nefastos recuerdos políticos, ha declarado que, efectivamente, la Justicia es igual para todos los españoles (para colmo éste es uno de los asesores).

¿Qué hacemos ahora? ¿A quién hacemos caso? ¿Tenemos recientes elementos de comparación, donde la Justicia no se lo ha pensado tanto y ha condenado directamente, porque había pruebas?

¿En este caso no las había de ciertas culpabilidades? ¿Seguro que no?

Me niego a aceptar que nuestro país siempre esté intentando solucionar desde abajo, lo que los políticos, desde arriba, estropean y nunca le ponen el cascabel al gato. Nunca se atreven. Excepto cuando son oposición que, entonces, exigen que lo hagan los que detentan poder). Y así años y años y años.

En este juicio casi eterno del caso Nóos la gente de la calle, el país nuestro, España vamos, está sorprendido de la sentencia. No lo dice en público, pero está sorprendido. Se lo dice a los amigos en privado. Y ese, la verdad, no es el camino.

¿Qué tiene Iñaki Urdangarín para recibir ese trato y, sin embargo otros casos de blanqueo que usted está pensando, han pasado por la cárcel o se les ha embargado y el comportamiento de la Justicia ha sido como ha sido? Sencillamente este Sr, (¿?) está entroncado con la familia real y punto. ¿Pero no es igual la Justicia para todos y entra en juego eso del rasero? Vd. mismo.

Cuando no estamos señalados por una cosa, se nos advierte por otra. El caso es estar siempre en candelero (¿o era candelabro?). Es algo innato en nuestra personalidad.

Dice la infanta doña Cristina, por boca de su abogado que ella sigue y seguirá convencida de la inocencia de su marido. ¿Cómo se llama esa situación, cuando todo el mundo piensa en una dirección y sólo una persona en la contraria? ¿Quién tendrá la razón? ¿O es el que va en dirección contraria en la autovía el que tiene razón y los demás que van por su sitio no?

Fue la reina Isabel de Inglaterra quien definió su ‘anno horrbilis’, cuando tuvo el mortal accidente Lady Di. Ningún miembro de la Familia Real española, afortunadamente, ha sufrido ningún fatal accidente pero debemos aceptar que están viviendo más que ‘annos horribilis’.

Ahí si que estamos de acuerdo en que las familias, absolutamente todas, están expuestas a los distintos avatares que nos presenta la vida. Pero en relación con la Justicia, desgraciadamente, no. La Justicia es lo suficientemente sutil como para adaptarse a las situaciones que se presenten dependiendo de quien es el juzgado. No aceptar eso, es ir contra natura. ¿Qué se irá solucionando con el tiempo?. ¡Seguro!

No hay que agarrarse solo a la Familia Real. Cualquier alto cargo que se haya visto involucrado en temas judiciales en los últimos tiempos, ha tenido un tratamiento que no tengo yo, por ejemplo, si tengo que rendir cuentas.

Era demasiado contundente la declaración del rey emérito cuando dijo que la Justicia era igual para todos. Y olé.