Diario de León
Publicado por
CARLOS ANTóN ROGER funcionario de prisiones
León

Creado:

Actualizado:

¿ Ese estiércol de la gloria, meditado y pensando en la medicina, es decir, un vicio que para todos engendra virtud, un vicio repito que nos aboca a pensar que es cierto? Mentira supina, con solo analizar los pasos de nuestras vidas. La medicina no cura, no cura... repito, palía las dolencias, las palabras médicas son engañosas, puesto que la palabra placer, abarca realidades contradictorias y a la vez comportan nociones de tibieza, dulzura, intimidad de los cuerpos y así mismo, las de violencia, agonía y grito.

La enfermedad no se cura y jamás se curará, subsiste y subsistirá y lo hará siempre. La ciencia produce el deseo, el sufrimiento, pero el fin, es la lucha para que otros mejor capacitados económicamente, no pasen por esa naturaleza evidente, que nos indica o indicará siempre, dónde está el bien o el mal (y todos los sabemos). La medicina está o deberá estar siempre al servicio de la persona, mitigando los padecimientos del enfermo y la prolongación de su vida, pero la dinámica con lo que nos encontramos es que los propios dioses médicos se remiten a los fármacos, que en algunos casos no tienen ni ideas de su paliación, aunque lo real es la cronificación del paciente, placebo, y dinero para los dichos profesionales??? Pero la dolencia subsiste, no interesan más datos!

¿Trabajo en medicina pública, privada, consulta particular, porcentaje de fármacos recetados, operaciones mensuales??? Suma y sigue. ¿Por qué nos quejamos de la corrupción, si somos nosotros mismos los que la fomentamos?

El ser humano ya no es dueño de su vida en todos sus aspectos. Analicemos: vivir es un sufrimiento (Víctor Frankl) Lo real y creíble es que el sufrimiento tiene sentido, sin quitar la vida al moribundo, que sufran; manda leches, un sentimiento de nadie, y que escapa a la experiencia del dolor, A este señor, habría que enseñarle instantes o momentos de vida (Razón y Moral, según Platón). La Muerte para él, ¿debería ser antes o después? En menudo lío me ha metido, no sé si lo podré descifrar o alguien lo hará. Y no es el caso de la ciencia médica, obviamente.

Claro y meridiano, con razón, que la medicina ayuda al bien morir, pero nos hemos preguntado: ¿enfermo externo o enfermo interno? ¿Dónde reside la responsabilidad del profesional médico que realiza tal acto? ¿ Su patología, mi patolología, es curable o incurable? ¿Es responsable de lo mal hecho o bien hecho? Realmente pienso y todos lo pensamos, que la enfermedad y el dolor aparejado a ella e inducido en algunos, casos, pudiera haber sido una hazaña en la historia, pero sin fallo y sobre todo sin responsabilidad, somos y por mucho tiempo, el ser humano seremos experimentos de laboratorio en manos de multinacionales farmacéuticas. Recuérdese que mentir (no decir lo cierto, real) es decir lo contrario de lo que se piensa. Ni médicos, ni enfermeras pueden, ni deben mentir al enfermo, ni inducirle a engaño con sus palabras o gestos.

Tal vez, creo que un hombre aún, que un hombre más sensato que yo, hubiera podido ser más dichoso hasta el final de sus días con dolor o sin él, pero me pongo a pensar que tal vez sea el «alma» la suprema culminación del cuerpo, esa frágil manifestación del dolor que sentimos, de una o de otra forma, o tal vez, sea el placer de vivir. ¿Será la modelación del cuerpo de cada cual?

En lo más profundo de la conciencia de cada uno, el ser humano descubre, descubrimos, la existencia de una ley que no se dicta a sí misma, pero a la cual debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, advirtiéndole que debe amar y practicar ante todo el bien, pero sobre todo, evitar el mal.

Particularmente y con referencia a lo escrito, he sufrido y sufro en mi propia desgracia, e intento educar mi inteligencia, pero  día a día, con mis ilusiones perdidas, las que no termino de reencontrar, ni encontrar jamás, trato de dirigir mi ser: vetar, transformar.

Ya me encuentro en ese denominado retiro, enfermedad crónica aguda (certificada obviamente, ¿hay dios?) y con todas las demás cronificadas añadidas. Experimentaré mis carencias, digamos y si ningún fantasma ya dicho me interrumpe mi diálogo y tomando posesión de mi mismo, sin autoengaños, lógicamente. 

Creo en la justicia y serán esos mismos jueces que la absolución de negligencia que atenta o atentan a las vidas, las vean como el fin del proceso o procesos conducentes a la raza humana, a su limitación, sin las consabidas enfermedades finales o con caducidad, sino inducidas o provocadas (El fin es lo mismo). ¿Será la justa Justicia médica y analizada, sin el ineludible corporativismo y tomada como bondad humana y justa?

En definitiva, cuando cualquier medicina no hace daño, nos alegramos, cierto, y no exigimos aún que sirva para algo, somos libres del dolor, los demás que esperen su pago de culpa si existe, pensamos que ese es el fin. Seis meses en esta disyuntiva, sin curación posible, te aboca a no sentirte ordinario. Recomiendo ese gran libro de John Grisham (Legítima defensa ). No son médicos los que faltan, es medicina, y es precisamente el arte que se ejercita en espera de ser descubierta.

tracking