Diario de León
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Don Enrique

L a familia de Enrique García Centeno, don Enrique, párroco de Nuestra Señora del Mercado, recientemente fallecido el 7 de marzo de 2017, la víspera de su octogésimo segundo cumpleaños, quiere agradecer a todas las personas que de alguna manera nos han testimoniado la enorme pérdida que ha sufrido esta familia.

Gracias al arzobispo de la Archidiócesis de Valladolid, cardenal Ricardo Blázquez Pérez y al obispo auxiliar de Santiago de Compostela, monseñor Jesús Fernández González por hacernos llegar sus condolencias y alentarnos en la esperanza de la fe cristiana.

Gracias a nuestro obispo de la Diócesis de León, monseñor Julián López Martín por presidir la eucaristía para despedir a su fiel pastor, gracias al numeroso grupo de hermanos sacerdotes que concelebraron con él la acción de gracias, y de nuevo tenemos que agradecer a don Julián la misa de sufragio que presidió por el descanso de su alma el domingo día 12 de marzo a la una y media (la misa parroquial de don Enrique), que concelebró con don Manuel y con don Eduardo.

Gracias a la Corporación Municipal de nuestro Ayuntamiento de León, la actual y las anteriores, con las que siempre tuvo lazos fraternos de colaboración, incluso amigos personales, y que nos acompañaron en estos dolorosos momentos.

Gracias a la Parroquia de Nuestra Señora del Mercado, especialmente gracias a sus parroquianos y a sus feligreses, que le hicieron crecer como pastor, y para ser pastor hay que tener rebaño y ovejas, y nos consta que vosotros habéis sido la mejor grey que puede tener un pastor. Gracias por compartir nuestro dolor, por las innumerables muestras de cariño hacia nuestra familia y todos los testimonios que compartisteis con nosotros sobre vuestro párroco, especialmente gracias por vuestra oración.

Gracias a los todos los hermanos de las comunidades del Camino Neocatecumenal, a sus catequistas y especialmente a la primera comunidad a la que él pertenecía, por la liturgia que preparasteis y que hemos celebrado para cumplir fielmente su deseo y despedir a don Enrique, por vuestras oraciones durante todo el velatorio en la capilla ardiente, le habéis acompañado en su combate de la fe y estuvisteis presentes en la entrega que le corona como vencedor: vuestras oraciones son el mejor equipaje que porta vuestro párroco y hermano en la fe para el viaje que ha emprendido.

Gracias a los hermanos de la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno y de la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad por vuestra presencia, por vuestra sentida despedida, por tantas semanas santas que habéis participado con él en actos litúrgicos y otros de tipo estatutario en los que compartisteis mantel y tertulia, procesiones, misas en Santa Nonia, la celebración del día de Reyes tan especial para él y que con tanto esmero preparaba porque os quería, por vuestra disponibilidad, obediencia y sobre todo respeto en los últimos momentos cuando necesitaba pequeñas ayudas para celebrar la misa de doce y media en vuestra querida capilla de Santa Nonia (hacemos extensivas las gracias al resto de cofradías de la Semana Santa leonesa y a sus abades y cofrades que nos han acompañado).

Gracias a los amigos que tuvo a lo largo de su vida con los que disfrutaba la partida, los cafés a media mañana en las cafeterías del barrio y alguna que otra merienda, era feliz con vuestra compañía y era junto con el tabaco, el otro vicio sano que tenía, dependía de vuestra amistad y os necesitaba. Gracias por haberle regalado vuestra amistad y tan buenos momentos. Especial mención tiene para nosotros su médico de cabecera, siempre solícita ante cualquier llamada que don Enrique la hacía, y especialmente agradecidos estamos a su amigo Alberto, su fiel escudero en esta última etapa de su vida, por el tiempo, cuidados y cariño que le dispensó con total generosidad. Gracias a ambos. Y tampoco nos olvidamos de Esmeralda, que le ayudaba en la casa y de Enrique que le ayudaba en el templo.

Gracias especialmente a los braceros del paso de Nuestra Señora de los Dolores, por todos estos años de colaboración con él para dar lustre y esplendor a lo que más quería, la procesión del Viernes de Dolores, donde acompañaba a la imagen que preside la Parroquia del Mercado, gracias por procesionar sobre vuestros hombros su cuerpo con la misma veneración que empleáis cuando cargáis sobre vosotros la imagen de la Dolorosa, gracias por el himno que entonasteis hasta la salida del templo que hizo que viéramos las mismas caras emocionadas y con lágrimas que se ven cuando pasa la Virgen por las calles de León el Viernes de Dolores y que nos encogió el corazón de la emoción. Gracias, braceros.

Gracias a la Policía Local de León, que le acompañaba todos los años en la procesión para escoltar la imagen de la Virgen, y que le han acompañado con vehículos y motos custodiando el cortejo fúnebre hasta la salida de León, en el definitivo viaje en el que abandona su ciudad.

Gracias al pueblo de Valderas y a los valderenses, que le esperaban en la iglesia parroquial de Santa María del Azogue para rezar por él y para acompañarle hasta el cementerio, gracias por vuestra compañía en estos momentos finales y por vuestras muestras de cariño y consuelo hacia nuestra familia.

Gracias también a todas las personas que se desplazaron desde distintos lugares hasta el cementerio para dar sepultura al cadáver y que cantaron con nosotros mientras introducíamos su cuerpo en la tumba donde descansa con los restos de sus familiares que le precedieron para preparar su llegada a la morada del Padre, y se notó que en el cielo había alegría por este nuevo hermano por la puesta de sol de rojo intenso que se formó en el horizonte y el brillo especial del lucero de la tarde que iluminaba las penumbras cuando depositamos su cuerpo en la tumba.

Gracias a la Banda de la Victoria por el homenaje que le han preparado en el que inundan el templo con los sones de los instrumentos para llenar el vacío dejado por don Enrique y por la desinteresada colaboración que han tenido para recaudar fondos para la reparación del tejado del templo.

Gracias a las personas que habéis glosado cosas buenas sobre su persona en distintos medios de comunicación y en redes sociales; su recuerdo pervivirá todavía más si cabe, gracias a vuestros escritos.

Espero que nos disculpéis si nos olvidamos de alguien en esta sentida carta de agradecimiento: por favor, no nos lo tengáis en cuenta.

¡Gracias, gracias a todos!

Y para terminar, un recordatorio para nuestro tío Quique: en el cielo, para cortar, ¡pares y juego!

FAmilia de D. Enrique García Centeno, párroco de Nuestra señora de Mercado, recientemente fallecido

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