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TRIBUNA

Pablo VI, el desconocido: los 50 años de la ‘Populorum Progressio’

Publicado por
Prisciliano Cordero del Castillo Sacerdote y Sociólogo
León

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L a Populorum Progressio, encíclica sobre ‘El Desarrollo de los Pueblos’, ha sido considerada como la carta magna del desarrollo humano, como el gran documento social de Pablo VI. Su Autor, Giovanni Battista Montini (Pablo VI), nació en Brescia, al norte de Italia, en 1897, y murió en Castelgandolfo, en 1978, a la edad de 81 años. Ordenado sacerdote, se incorporó a la Secretaría de Estado del Vaticano a la edad de 25 años y desde allí estableció una estrecha relación con el Cardenal Pacelli. Más tarde, cuando éste fue nombrado papa en 1939, con el nombre de Pio XII, Montini se convirtió en uno de sus más estrechos colaboradores.

En 1954, Pío XII lo nombró Arzobispo de Milán, y desde allí mantuvo una intensa actividad con sindicatos, políticos, artistas, intelectuales, lo que le valió duras críticas por parte de quienes le acusaban de liberal y progresista. En 1961 Juan XXIII le nombra para la Comisión Preparatoria del Concilio Vaticano II.

A la muerte de Juan XXIII, en 1963, Montini fue elegido papa, bajo el nombre de Pablo VI, y fue quien clausuró el Vaticano II en 1965, y quien tuvo que ocuparse de la ardua tarea de la renovación posconciliar en la Iglesia.

Pablo VI fue y sigue siendo el papa desconocido, por haber vivido entre dos colosos: Juan XXIII y Juan Pablo II, aunque fue el papa del diálogo, el primero que realizó viajes internacionales, visitó la ONU, viajó a Tierra Santa para encontrarse con el Patriarca de Constantinopla Atenágoras I, etc.

Su relación con España fue más bien conflictiva. Tuvo que sufrir las insidias de quienes le consideraban un enemigo de España. Sin embargo, la historia nos dice que Pablo VI fue para España y para la Iglesia española en especial un estímulo a superar el inmovilismo tanto político como religioso. España necesitaba unos políticos abiertos a la democracia y a la libertad que traían los nuevos tiempos y una jerarquía eclesiástica capaz de entender y aplicar las exigencias del Concilio.

Contexto político, social y económico: La década de los 60 se caracterizó por un crecimiento económico y social que elevó las condiciones de vida de muchos países. Era un mundo optimista acerca del desarrollo de la sociedad; pero también era un mundo conflictivo. Se enfrentaban dos formas de entender la política: una liberal capitalista, representada por los Estados Unidos y los países de Europa Occidental; y la otra socialista, representada fundamentalmente por la Unión Soviética, los países de Europa Oriental y China. Entre estos dos bloques se vivieron momentos de gran tensión durante la llamada Guerra Fría. Otros temas conflictivos fueron: los regímenes autoritarios, el colonialismo, la lucha racial.

Esta situación socio-política y económica fue caldo de cultivo para que apareciesen movimientos de protesta, como los hippies y ‘the flower power’ (el poder de las flores), entre los jóvenes del mundo occidental, y organizaciones revolucionarias de izquierda, en el tercer mundo.  Los niños nacidos después de la Segunda Guerra Mundial llegaron a jóvenes en los años 60 y desde la universidad se manifestaron contra la saciedad establecida, creando los movimientos de protesta contra la guerra de Vietnam, la invasión de las tropas soviéticas en Checoslovaquía, la Primavera de Praga, el Mayo del 68 en París.

Por otra parte, ‘the flower power’ es un slogan usado durante los años 60 y principios de los 70 como un símbolo de pasividad y no violencia, usado por el movimiento contracultural americano. Sin embargo, los jóvenes del tercer mundo, donde la pobreza era el mayor problema, se organizaron en partidos políticos revolucionarios y antiimperialistas.

Todo el mundo esperaba que el desarrollo económico y las nuevas políticas produjesen un cambio por el hombre y para el hombre, pero era evidente que alguien tenía que liderarlo.

En estos momentos Pablo VI ya se había definido como defensor y abogado de los pobres. Es por ello que la promulgación de la encíclica se interpretó como uno de los frutos personales del papa en beneficio de la humanidad. Con la proclamación de Populorum Progressio , el 26 de marzo de 1967, Pablo VI busca el desarrollo solidario de la humanidad, que no puede darse sin el desarrollo solidario de cada hombre.

Contenido de la encíclica: Las ideas fundamentales de Populorum Progressio se encuentran prefiguradas en el Concilio Vaticano II; pero este documento aportó un aire nuevo por su estilo directo e incisivo y por su tono de denuncia de la realidad social; también por ser la primera vez que una encíclica cita varios autores contemporáneos y reconoce como sus grandes inspiradores al dominico francés Louis-Joseph Lebret, creador del movimiento ‘Economía y Humanismo’, y al filósofo y humanista francés Jacques Maritain.

El contenido doctrinal de la encíclica gira en torno al desarrollo integral del hombre y al desarrollo solidario de la humanidad. «estos dos temas han de considerarse como los ejes en torno a los cuales se estructura todo el entramado de la encíclica». El mensaje de la Populorum Progressio , en síntesis, recuerda que el progreso es vocación, o sea es una llamada divina, que se basa en tres pilares fundamentales: la libertad responsable, el respeto de la verdad y la caridad.

Populorum Progressio, 50 años despues: En su día tuvo gran aceptación por su novedad. Pero, ¿puede aportar algo a la sociedad actual? Hay que reconocer que hoy la situación es muy distinta a la de los años 60. No hace falta más que contemplar la realidad de muchos países y de muchos hombres y mujeres, que sufren el hambre y la miseria. Son muchos millones los que carecen de esperanza, porque su situación durante los últimos años se ha agravado sensiblemente. Cada vez es m?ayor el abismo entre el Norte desarrollado y el Sur en vías de desarrollo o subdesarrollado. También existen diferencias abismales entre ricos y pobres de un mismo país, sea este desarrollado o subdesarrollado.

Mientras que los países ricos siguen enriqueciéndose, los países pobres, especialmente los más pobres, se encuentran en una situación extrema de mera subsistencia. Además, hay otras formas de subdesarrollo, como el analfabetismo, la dificultad de acceder a la educación, la incapacidad de participar en la construcción de la propia nación, las diversas formas de explotación económica, social, política y también religiosa, las discriminaciones de todo tipo.

L?os indicadores que nos presentan esta realidad tan diferente a la de los años sesenta son, entre otros: el desempleo y subempleo, principalmente entre la población joven; l?a deuda internacional, fenómeno típico de nuestros días, indicador de la interdependencia entre los países ricos y los pobres; el armamentismo que emplea ingentes recursos para asegurar la superioridad de unos países sobre otros, restando recursos al desarrollo humano global, la crisis de la vivienda, que mantiene a grandes sectores de población sin techo y, por consiguiente, sin arraigo e identidad personal.

P???ero, la sociedad actual también tiene aspectos positivos, tales como: la conciencia de la propia dignidad de cada ser humano, manifestada en el respeto de los derechos humanos; la convicción de una interdependencia y de la necesidad de la solidaridad; el respeto a la naturaleza para un desarrollo sostenible.

Por consiguiente, no todo es negativo en el mundo contemporáneo. De aquí que, después de cincuenta años de su publicación, la relectura de Populorum Progressio nos siga invitando a permanecer fieles a su mensaje del desarrollo humano como vocación en la libertad, en la verdad y en la caridad, esperando que, con la solidaridad de todos, mejore nuestra sociedad.

A modo de conclusión, afirmamos con el papa que el camino de la paz pasa por el desarrollo, y que éste no está en la abundancia de riqueza egoísta, sino en la economía puesta al servicio del hombre.

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