Diario de León

SEGURIDAD Y DERECHOS HUMANOS ?ARTURO PEREIRA?

Mili sí, o quizás no

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E n esto llega como un rayo el juez Calatayud y la lía afirmando que sería bueno recuperar la mili como elemento de espabilina para nuestros jóvenes. Evidentemente, lo ha dicho un profesional de la magistratura que vive para dictar justicia a los menores que pasan por su juzgado y esto supone un valor añadido.

He tenido ocasión de conocer hace años a este juez. Hombre que traduce el lenguaje jurídico a un lenguaje que se entiende perfectamente por todo el mundo sin necesidad de ser un lumbreras. Quizás sea porque habla muy claro y directo sin utilizar grandes florituras propias de alguien que se quiere mantener en la ambigüedad o ser correcto en todo momento.

Su propuesta se ha vuelto viral, como dicen los neolinguistas del vulgo. Lo que más me ha gustado es la especial incidencia que ha realizado respecto de los parásitos sociales conocidos como «ninis». Esto son los presuntamente menores y jóvenes que de forma voluntaria ni estudian ni trabajan. Digo presuntamente jóvenes porque este asunto de los «ninis» apareció en nuestra sociedad hace unos cuantos años, por lo tanto algunos pasaran de los cuarenta y serán padres de familia. Eso sí, siguen siendo unos «mangantes» que viven a cuenta de sus padres o de quien se tercie. Para estos el juez propone tres años de mili.

El tema todavía se pone más interesante por el hecho de que estas declaraciones coinciden con el anuncio del gobierno sueco de recuperar la mili dado que no tienen suficientes profesionales para cubrir sus plazas en las Fuerzas Armadas. Ni más ni menos que nuestra admirada Suecia, icono de modernismo y país avanzado en todos los sentidos.

La mili supone el paso por una institución, el Ejército, que es depositario y garante de los valores más nobles de una sociedad. Es el garante de la forma de vida de esa sociedad frente a ataques exteriores. Ya dijo Platón que los militares representaban el alma más pura de la democracia, por eso se les entregaba el poder de las armas. En consecuencia, no debiera ser malo pasar una temporada siendo los garantes de esos valores que todos decimos defender en nuestra patria y que están cayendo en desuso, y lo que es más grave, cada vez son menos los que se los creen de verdad. Quizás fuera bueno para que recobraran cierto vigor que los ciudadanos y ciudadanas pasaran una temporada en el ámbito castrense.

Tampoco creo que fuera necesario que esta temporada fuera especialmente larga. Unos meses bastarían para apreciar lo que es no poder hacer lo que nos apetece en cada momento, aprender lo que es la disciplina y el orden. Pero, fundamentalmente lo que te enseña el Ejército es a convivir, respetar y ser generoso con los demás. Si no eres capaz de interiorizar esas pautas de conducta entonces tienes consecuencias derivadas de que estás perjudicando al grupo.

El ámbito militar supone una interdependencia de sus integrantes. Lo que haga uno repercute directamente en el resto. Si uno de los miembros de la colmena no realiza sus responsabilidades de forma eficiente provoca un perjuicio al trabajo y bienestar de los demás. Es un ambiente fenomenal para los estudios antropológicos y sociológicos. De hecho, muchas de las teorías de gestión empresarial tienen su origen en la organización y dinámica militar. Un ejemplo de ello es el «Empowerment», vendido como una gran novedad de la gestión, que no es más que el principio de autonomía de mando, conocido por los militares desde hace mucho tiempo, algunos afirman que desde Napoleón. Sin ir tan lejos, las tropas alemanas lo utilizaron con gran éxito en la Segunda Guerra Mundial.

En fin, que un pequeño barniz castrense no vendría mal a nuestras chicas y chicos para que supieran que el nivel de vida que disfrutan no es gratis, que hay que ser retributivos con la sociedad y devolverle algo de lo que ella nos proporciona.

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