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León

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Como mensaje en una botella, me ha llegado el ensayo de la profesora vasca María Cruz Rodríguez González sobre la leonesa Margarita Merino, desde hace años afincada en Estados Unidos. Su título: De la confesión a la ecología: el viaje poético de Margarita Merino. Una escueta nota a pie de página me recuerda el titular de la entrevista que le hice en 1987: «La bondad es una forma de inteligencia». Tal convicción la define. Sin duda, hubo de darme otras buenas frases, pero escogí esa porque al entrevistar te entrevistas. Como señala Rodríguez, fue pionera en una poesía que combinaba ecología con un feminismo de la fraternidad, además de la urgencia de encontrar vías políticas solidarias que nos salvasen de la catástrofe, interior y exterior. Recuerdo cómo nos conocimos. Fui a cubrir los festejos de un instituto. En el patio, tras leer un poema improvisó un discurso en el que invitaba a los jóvenes al compromiso y a cuestionar el sistema. En mi columna le reproché que hubiese dado allí un mitin. Al día siguiente coincidimos en la calle. Pensé al verla venir: «Chaparrón». Pero no. Tras abrazarme, reconoció que quizá se había excedido en el énfasis, pero que estaba convencida del contenido. El tiempo le ha dado la razón. Cuánto mejor nos habría ido con más intervenciones como aquella. Me ganó para su causa, que era y es ese puñado de verdades invisibles que en las malas rachas nos consuelan. Y en las buenas nos susurran que, tal vez, el soplo de bien que nos inculcaron nuestros padres no fue del todo malgastado.

Recientemente, ha reseñado mi libro sobre el humor cervantino. No hemos creado una sociedad de bombos mutuos. Ella es Quijote y uno mero pinche en la venta de Juan Palomeque. Ni la hondura de su obra poética, ni el excelente ensayo sobre la misma, que incluye el poemario inédito Viaje al Exterior necesitan de mi embajada. Pero ¿de quién podemos escribir con más autoritas que de quienes un día recibimos un jirón de Camelot?

Merino es una gran voz propia de la poesía española. Y tenerla es el más difícil de los logros. Su bondad inteligente, que en ella es sentimiento crítico más compasión, aún no ha sido derrotada, pese a alguna conjura de silencio. Ni podrá serlo nunca.