Cerrar
León

Creado:

Actualizado:

Ya ven, no asistí a la conferencia del sacerdote que vaticina que Dios va purificar el mundo en diez o quince años. No es que tuviera un compromiso ineludible, ni que empezase esa tarde a construirme un búnker o a almacenar víveres. Por supuesto, me interesa saber hasta cuándo cobraré la jubilación. Voy a misa y acostumbro a rezar, no sólo cuando truena. Sé que el mal no es una superstición. A veces se derrama y crea un gran charco, como con la llegada del nazismo al poder, aunque no fue el único advenimiento maligno en el siglo XX. El tema me interesa, pero prefiero reflexionar sobre él a través de la lectura o ensimismado en un paseo. Que no se me ofenda el pater Fortea. Uno también es conferenciante y sabe que cuando no tose una señora, cabecea el marido. Salvo para público muy especializado, las conferencias son para matar la tarde. Y a mí esa no me había hecho nada, ni me entretiene que me pongan los pelos de punta. No se trata de un temor mío al conocimiento desasosegante, pues sobran indicios de que en el mundo están confluyendo fuerzas siniestras. Pero aún creo que el bien también conspira. Y recuerdo aquello de Juan Pablo II, que él quiso que retuviéramos como síntesis de su pontificado: «No tengáis miedo» Cuesta, claro.

Me conformo con misterios más llevaderos. Contemplo en un quiosco la portada de una revista satírica. Muestra una gran fotografía de quien fue duque de Palma, con este titular: «Urdangarín. H... d. p..a» . Los puntos suspensivos son de la revista. El humor inglés no es. Sentí pena, no tanto por el insultado, que me parece merecedor de cárcel inmediata, como por España. ¿Por qué somos tan proclives a llamar libertad de expresión al mero insulto? En esa revista, a Quevedo le habrían echado por ser de sarcasmo blandín.

Sí, me quedo con los misterios de andar por casa. A la Biblioteca Regional le acaban de devolver con 33 años de retraso un libro. Su título: «El mundo en guerra», de Mark Arnold-Foster. Un clásico sobre la II Guerra Mundial. Cuánto reptó el mal en esos años aciagos. «Un caso para Cuarto Milenio», ha concluido con retranca Roberto Soto, director de la misma. Los libros, como el pasado, siempre vuelven. Stephen King con esto te monta una trilogía.

Cargando contenidos...