cartas al director

Hipólito Carpintero

S e nos fue a la casa del Padre Hipólito Carpintero, nuestro consiliario del turno 16. Durante muchos años convivió con nosotros en la noche del 16. Era todo vitalidad, energía, alegría, que nos contagiaba en cada una de nuestras celebraciones. Para el grupo de adoradores nocturnos era el ‘alma’, animador que nos recibía con los brazos abiertos, abrazos que después repetíamos en la Eucaristía al darnos la paz. No era un acto ritual, lo hacía vital, y nos contagiábamos todos con ese calor fraternal. Siempre se preparaba para lo que nos iba a decir, comentaba lo que nos decía la liturgia de aquél día y siempre adaptándolo al momento actual. Hombre brillante en las ideas y en la exposición y que nos invitaba continuamente al diálogo, que siempre se basaba en lo experiencial, nada puramente teórico. Pero no se quedaba ahí. Conocía a nuestras familias, esposas e hijos y todos, sobre todo los niños le querían muchísimo. Profundo creyente nos contagiaba su fe. Descansa en paz y desde el cielo, unido a otros adoradores que se fueron antes, ruega por nosotros.

MATEO BAUTISTa y adoradores del turno 16. león