Diario de León
Ponferrada

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Hace tres años y medio escribía esto, alarmado por los recortes y el retroceso en derechos y libertades que habíamos experimentado con el cambio de Gobierno:

«Tenemos sueldos más bajos. Impuestos que gravan el consumo. Copago sanitario. Menos becas, matrículas más caras, universidades que se van convirtiendo en un coto cerrado. (...)Tenemos empleos más precarios, despidos más baratos con la excusa de flexibilizar el mercado de trabajo. Tenemos seis millones de parados. Empresas sin crédito. Bancos sin ética que estafan a sus clientes más ancianos. Una Justicia alejada de los bolsillos vacíos. Tenemos al jefe del Estado cuestionado, entre safaris y operaciones de cadera. Tenemos a la infanta rozando la imputación y a su marido con un pie en la cárcel. Tenemos al presidente del Gobierno asediado por el tesorero de su partido, que está en prisión, y la sospecha de que el dinero negro y las donaciones de empresarios en busca de favores han sido una práctica constante. Tenemos jueces sin medios para llegar al fondo de la corrupción. Demasiadas manos sucias. Y una manta de enorme de clientelismo y complicidades que lo tapa todo. Y lo peor de todo es que vivimos otra vez acomplejados. Nos quieren hacer creer que la crisis es culpa nuestra. Si lo consiguen, habrán culminado la mayor involución que ha sufrido nuestro país desde la victoria de Franco».

Tres años y medio después, tenemos nuevo jefe de Estado, la infanta absuelta, el mismo presidente del Gobierno, que no se sacude la corrupción. La ética de los bancos no ha mejorado. Tenemos menos desempleo, sí, pero los puestos de trabajo siguen siendo precarios y los sueldos no crecen como debieran. El clientelismo es una manta de complicidades muy difícil de levantar. Y vivimos, sin duda, más acomplejados. No porque nos hayamos creído que la culpa de la crisis es nuestra, sino porque ha quedado en evidencia que los vicios heredados del franquismo laten con más fuerza que nunca en el corazón del sistema: los muertos siguen en las cunetas, la Ley Mordaza nos aprieta fuerte, y un chiste sobre la muerte de Carrero, el delfín del dictador, te puede costar la cárcel. Involución, titulaba aquella columna. Ya han visto como titulo esta.

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