EDITORIAL | Obligación moral de aprovechar el agua disponible
León es una tierra rica en agua pero eso no evita que deba ser cuidadosa con un recurso tan fundamental. En su propio territorio exhibe que sin adecuado aprovechamiento se generan problemas. En la provincia no son pocos los pueblos que periódicamente tienen que recurrir el abastecimiento con cisternas. Y en el campo son muy conscientes del valor que tiene cada libro de agua para dar vida a los cultivos.
El retraso en la construcción de las infraestructuras y de manera especial si cabe en la modernización de los regadíos para ganar eficacia es un problema real, que se hará especialmente presente en las próximas semanas cuando no haya agua para todos.
El sistema tiene unos criterios que nadie debe cuestionar. Hay prioridad para el consumo humano. Después se garantiza el caudal ecológico de los ríos. Y con el agua restante se realiza el mejor aprovechamiento posible en los regadíos.
Pero en toda esa cadena existe una obligación de no malgastarla y por ello tiene especial valor el trabajo realizado en los últimos años en el Ayuntamiento de León para limitar las pérdidas de las traídas. La reducción de 15,7 a 3,4 millones de metros cúbicos supone un ahorro económico directo porque se rebaja el volumen económico generado en el tratamiento para hacerla potable. Pero también se ayuda a aumentar esos excedentes que son la salvación de unos cultivos que precisan más que nunca de esos riegos por la ausencia de lluvias.
La insolidaridad de quien no se siente partícipe de una red única tiene consecuencias. Todos los ciudadanos debemos ser conscientes.