El escaqueo de Rajoy
A unque ponerse de perfil cuando truena es una de sus especialidades, el escapismo de Mariano Rajoy ante la tormenta política provocada por el encarcelamiento de Ignacio González y la dimisión de Esperanza Aguirre desborda lo razonable para adentrarse en el territorio de lo despótico.
Olvidando que preside el Gobierno de España, tal vez sin pretenderlo, está convirtiendo su desmarque en un acto de desprecio hacia el conjunto de los ciudadanos.
La democracia es un régimen de opinión pública, y, en consecuencia, la transparencia de los asuntos públicos es exigible durante las veinticuatro horas del día. Lo contrario, el disimulo de responsabilidades, la postergación de explicaciones ante un hecho tan grave como el encarcelamiento de Ignacio González, ex presidente de Madrid y hombre fuerte del Partido Popular en la Comunidad, supone, ya digo, un desprecio a los ciudadanos.
Empezando por aquellos que votan al PP y que a juzgar por sus intervenciones en algunas emisoras de radio dicen estar avergonzados e indignados. Y no es para menos visto el calado de la trama —digamos todavía que presuntamente delictiva— organizada para saquear el Canal de Isabel II, una empresa pública.
Que Esperanza Aguirre haya dimitido de su condición de concejala y portavoz en el Ayuntamiento de Madrid no extingue la obligación del presidente nacional del Partido Popular a la hora de dar explicaciones.
Teniendo como tiene en la cárcel a Ignacio González y también a Francisco Granados, ex secretario general del PP en Madrid, acusados de numerosos delitos, Mariano Rajoy nos debe una explicación a los ciudadanos.
Explicación que, de paso, debería ampliar también al hecho de que él mismo esté citado ante el juez que investiga el caso Gürtel para responder por la falta de colaboración en el esclarecimiento de la presunta financiación ilegal del PP.
Debería reflexionar sobre lo ocurrido el domingo en Francia donde la derecha (François Fillon) ha sido derrotada por los efectos de la corrupción. No puede seguir de perfil. No puede seguir escaqueándose. Esta vez ya no cuela.