TRIBUNA
El lago de Carucedo
E l lago de Carucedo de hoy dista de ser el que describía Gil y Carrasco en sus románticas novelas, con bucólicas orillas por donde paseaba Dª Beatriz, llenas de animales y aves por sus riberas. Tampoco el que estudió en 1923 el insigne linmólogo Celso Arévalo en sus Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natural. Ni el que visitó en 1953, el profesor F. Bernis, cuando ya vislumbraba la fundación de la Sociedad Española de Ornitología, donde le sorprendía el vuelo de una avoceta sobre sus cristalinas aguas.
Ni siquiera el de los años 70, cuando comencé como aficionado a estudiar sus aves y hacer los censos de acuáticas. Por aquella época, hasta mil fochas invernaban, y varios cientos anidaban en las típicas algas y amplios cañaverales de sus orillas. Porrones a cientos, algunos se quedaron a anidar en 78-79; todo tipo de ánades, docenas de somormujos, zampullines comunes y cuellinegros, polluelas, rascones, avetorillo, avetoro, garza real… Aparte de muchas limícolas por las limpias orillas, como andarríos, chorlitejos, archibebes, avefrías, agachadizas. Era frecuentado por aguilucho lagunero, que predaba sobre las aves y todo tipo de anfibios y reptiles que allí convivían. Además, numerosas paseriformes de carrizal y de ribera, destacando lavanderas boyeras y carricero tordal, aparte de martín pescador, o escribano palustre en invierno. Ahí están los censos y estudios de la SEO.
Desde hace varios lustros apenas hay acuáticas, salvo dos o tres parejas de fochas, alguna de azulón, una pareja de somormujos, o de zampullín, alguna garza descansando y varios cormoranes grandes en invierno junto a una junta de cercetas o silbones de paso. Nos han abandonado además la mayoría de las aves de ribera. Y qué curioso, desde que los aledaños del lago se dejaron de cultivar, pastar y mantener los usos tradicionales con mimbreras y juncos; ha dejado de ser un típico humedal, convirtiéndose en un estanque artificial, lleno de especies foráneas o invasoras y rodeado de un tupido bosque. Y si realmente su origen se debe a los romanos como se suele argumentar, pues tendremos que aceptar su destino como tal, el de un lago artificial. Pero pienso que no, que tenemos que recuperar su esplendor natural del pasado. Si queremos conservar este ecosistema palustre, hay que atesorarlo como tal, tratando de equilibrar el uso sostenible del territorio por los vecinos y visitantes, con la biodiversidad y el paisaje.
Sin embargo, el pantano de Barcena ha sido un enorme paraíso para los pajareros del Bierzo en este año; numerosas especies lo han visitado. Asimismo, graveras artificiales como Grulleros, Santas Martas o Chozas, son unos auténticos ‘Doñana’ en nuestra provincia; sería preciso la conservación de estas zonas palustres.
Se precisa un plan de salvación del lago de Carucedo, para que se recuperen las emblemáticas poblaciones de focha común, carricero tordal y que vuelva el avetorillo. Para ello hay que limpiar el bosque de ribera, aumentar los espacios de pradera de las orillas y la franja de carrizal. Ejemplos de ello y estudios realizados en la laguna de Cospeito, La Nava, Mar Menor y de La Mancha Húmeda lo demuestran. Se proyecta la recuperación de la «perdida» laguna de Antela de un modo similar, limpiando la vegetación de matorral en zonas inundables. De lo contrario pasará como en los agrosistemas, donde el abandono del campo, el crecimiento de matorral y pasto nos ha llevado a que especies típicas y antaño abundantes, como, alcaudones, alondras, abubillas, mochuelos, tórtolas, codornices, e incluso los gorriones ahora estén en peligro de extinción.
Algunos no se dan cuenta que las alteraciones del hábitat repercuten en la biodiversidad, y a veces hay que actuar para mantener ciertos ecosistemas. En el caso del lago de Carucedo creo que se ha esperado demasiado: Se precisa una intervención resuelta, adecuada, con la participación de nuestra universidad y si es preciso con la ayuda de voluntarios, que tanto pueden hacer por nuestros espacios naturales.
Gracias a una ayuda del Ecyl, proyecto elaborado por técnicos de la Fundación Las Médulas, se ha abordado una primera actuación sobre este humedal, para limpiar los residuos abandonados durante años, recuperar sendas vecinales y espacios agrarios ahora invadidos por maleza. Pienso que el proyecto debe continuar hasta conseguir la completa recuperación y posterior conservación de este enclave especial y único en nuestra comarca.
En todo momento, la intención de este consistorio es la de mantener un equilibrio sostenible entre población rural y medio ambiente, y todas nuestras actuaciones estarán sometidas a la normativa vigente, como en todo momento debe ser. Pero no podemos olvidar, que el sostenimiento del mundo rural debe basarse en el uso de los recursos disponibles. No hay otra. Desde la distancia de un despacho, o desde la gran urbe no se ven estos problemas, pero los que día a día sobrevivimos en nuestros pueblos sabemos bien de lo que hablamos. Debemos compensar naturaleza con turismo, industria con bienestar social, sanidad pública con logística, desarrollo sostenible con creación de infraestructuras, tratando de dar soluciones a diario a nuestros vecinos y mantener «in situ» una adecuada calidad de vida. Ese es nuestro compromiso.