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Ponferrada

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Acorralada por los recortes en el presupuesto de la policía que aprobó cuando era ministra de Interior y los fallos, debido a la falta de recursos, en la vigilancia de terroristas en ciernes como los que finalmente han atentado en Londres, la primera ministra del Reino Unido, la gobernante que pilota el Brexit Theresa May, ha declarado esta semana que está dispuesta a cambiar las leyes y vulnerar los derechos humanos para combatir al terrorismo.

Es la opción de Guantánamo, de Abu Ghraib, la que emerge de las palabras de May, desesperada porque el Reino Unido celebra hoy elecciones y ha perdido toda la ventaja que le concedían las encuestas cuando decidió adelantar los comicios para negociar la salida de la Unión Europa desde una posición de fuerza.

Producen escalofríos las intenciones de la primera ministra, que quiere tapar sus errores con un recorte de libertades. Recuerdan a la decisión de invadir Afganistán e Irak después del ataque a las Torres Gemelas porque había que responder con la fuerza al horror, aunque buena parte de los terroristas que cometieron aquellos atentados fueran saudíes. Hoy nos preguntamos en qué han reducido el terrorismo las dos invasiones. Irak es una nación fallida, sacudida por un nuevo capítulo del conflicto entre suníes y chiíes; un lugar donde el Estado Islámico extiende su reino de terror y alimenta el odio de los radicales que viven entre nosotros. Y Afganistán es un avispero donde no dejamos de enviar soldados.

May y los que piensan como ella no se dan cuenta de que la única victoria que puede obtener el terrorismo es la del miedo. La que cambia nuestros hábitos, nuestra forma de pensar, nuestro modo de relacionarnos, la que empuja a recortar libertades, a vulnerar derechos, la que alienta la xenofobia y pone bajo sospecha a todos los refugiados, la que fomenta los brexit, crea nuevas fronteras, y finalmente hace crecer como las setas a los apocalípticos que predican el fin de la civilización occidental y dicen que nuestros valores, los de la democracia, nos han llevado a la decadencia. Son ellos los que le hacen el juego a los terroristas. Ellos los que no quieren entender que si renunciamos a la libertad para combatir al terror, el terror nos habrá vencido.