Diario de León

TRIBUNA

De Missouri a León, vía Barcelona y Madrid

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eugenio gonzález núñez profesor de la universidad de missouri-kansas
León

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L a primavera es una buena estación para viajar, al menos en los Estados Unidos. Comienzan las vacaciones de verano, los billetes son más baratos y los lugares de veraneo en Europa suelen estar menos ocupados. Los estados de Missouri y Kansas son dos estados que tienen muchas cosas en común, incluido su aeropuerto internacional, así como la gran ciudad de Kansas, formando parte de Missouri y parte de Kansas, aunque no sea la capital de ninguna de ellas, dado que de Missouri es Jefferson City, y la de Kansas es Topeka. Por unos días, la Universidad de Missouri-Kansas cerró sus puertas y aprovechamos para hacer nuestro breve viaje anual. Atrás quedaron horarios, tormentas, tornados y la pesadilla no menos inquietante de Trump. Tras un caluroso día en la cubana Miami, salimos para Barcelona, dejando atrás Madrid.

En Pueblo Nuevo, un barrio de la Barceloneta, nos esperaba la acogida amistosa de unos primos, ayer migrantes —con un pie en el Bierzo y otro en Barcelona—, hoy plenamente integrados en el mundo catalán. Con ellos nos movimos por calles rectas, amplias, enfervorizadas avenidas de gentes multicolores que llenaban paseos y terrazas, que circulaban en bicicleta, a pie, en una Barcelona cosmopolita y ecuménica, donde nadie se siente extranjero. Mañanas primaverales llenas de una brillante luz del mayo mediterráneo. Las Ramblas, el Barrio Gótico, la Casa Battló, La Pedrera, el atiborrado mercado de la Boquería, la iglesia de Santa María del Mar —con incontables recuerdos al libro de Ildefonso Falcones, La Catedral del Mar— , al lado del edificio de correos, a los pies mismos del Mediterráneo; la Plaza España, con sus imborrables recuerdos de la Exposición Universal de 1929 —año tan amargo para los Estados Unidos—, y su plaza de toros izada en un brindis al sol; pero el plato fuerte —imposible de digerir en un solo día—, fue la Sagrada Familia.

Gaudí se llevó de León el inigualable color, la policromía y la luz de nuestra Pulcra Leonina. No pudo ser de otra manera que en las vidrieras de nuestra catedral no tengan su origen las vidrieras de su majestuosa, impresionante, indescriptible Basílica de la Sagrada Familia, a diario llena de estupefactos, ansiosos, incansables visitantes en busca de lo grandioso, lo armónico, lo insuperable trascendente, en un entramado bosque de vértigo, de luz y color. De la tierra maragata, tras dejarnos su castillo de hadas en Astorga, se trajo caprichosas hojas, flores, sufridos y erizados arbustos de la paramera para plasmar en piedra una naturaleza viva, su particular paraíso terrenal del que nadie puede ser expulsado, porque es un centro ecuménico y pertenece a todos los creyentes, a todas las religiones, a todos los hombres de buena voluntad a los que cada día sonríe el Creador.

La verdad es que no sé qué fue primero, si el huevo o la gallina, pero mirando las enormes y ‘deformes’ estatuas de bronce desde la Última Cena hasta la gloria de la Ascensión, las pesadas puertas atiborradas de nombres y símbolos humano-bíblicos, uno piensa en nuestro santuario de la Virgen del Camino, porque en ambos templos, el maestro Subirachs, dejó para la posteridad, plasmado en bronce, su genio de artista y su alma de profundo maestro creyente, Ya en despedida de Barcelona, mis ojos miran la torre del AgBar (Aguas de Barcelona), recuerdo del glorioso 1992, y las torres de la Sagrada Familia, en espera de que para 2026, la torre principal haya sido rematada en el segundo centenario de la muerte del genial arquitecto, ferviente, ecuménico y sencillo creyente, «un pobre mendigo», atropellado por un tranvía, Antonio Gaudí.

Pocas cosas nuevas en el Bierzo: más eólicas, ¡y que bienvenidas sean! Lamentos y quejas por doquier por las cosechas perdidas, pero también esperanza de un futuro mejor, que por cierto, se hace de rogar. Y como viajando siempre se aprenden cosas nuevas, aún de la propia familia, por tantos años de lejanía en tiempo y distancia, vine a enterarme de que mis primas Puente, las de Barcelona, eran sobrinas de don Francisco Puente Falagán, primer alcalde republicano de Ponferrada. Hombre de letras y auténticos buenos modales, honrado y valiente al enfrentarse a los ricos y a la iglesia, que por tal sufrió cárcel y vejaciones en sus días, perdiendo la vista, pero nunca la esperanza en los auténticos valores del pueblo trabajador.

Y si lo bueno breve, dos veces bueno, las cortas pero intensas vacaciones nos dejaron un delicioso sabor de boca que no queremos perder, al menos, hasta el mayo próximo; pero por lo que pueda suceder, conmigo se vinieron libros de Gaudí y algún que otro de nuestra historia pasada —no olvidada —, como Las armas y las letras del amigo Andrés Trapiello, que el profesor Villamandos, también de origen leonés, usará como libro de apoyo y consulta en sus clases avanzadas de ‘máster’ en español en la Universidad de Missouri-Kansas City, y es que lo leonés y los leoneses, ¡volamos por el mundo!

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