Ortega Lara y Miguel Ángel Blanco
E stos días estamos conmemorando el veinte aniversario de la liberación por parte de la Guardia Civil del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, que estuvo secuestrado por ETA durante 532 días en un agujero inmundo construido en una nave industrial en Mondragón, y también recordamos el asesinato a cámara lenta del joven concejal del PP de Ermua, Miguel Angel Blanco. Dos acontecimientos que conmovieron a los españoles y removieron muchas conciencias. Allí empezó la rebelión cívica contra la dictadura de terror que pretendía imponer ETA.
Son hechos absolutamente relevantes de nuestra historia que todo el mundo debería conocer. Personalmente tuve la oportunidad de vivirlos muy intensamente porque en aquellos días de julio de 1997 era el Director de Comunicación del Ministerio de Interior cuyo titular era Jaime Mayor Oreja. Puedo asegurar que lo vivido en torno a la liberación de Ortega Lara y al asesinato de Miguel Angel Blanco es de las cosas que no se me olvidarán jamás porque no solamente las tengo grabadas en la memoria, sino también en el alma, en el corazón. Pasamos en diez días de la alegría y la euforia por la liberación de una persona que había sufrido tan cruel tortura durante casi año y medio, al dolor y la rabia por el asesinato de un joven vasco, cuyo único «pecado» era ser concejal del PP en Ermua.
Cuando en los momentos actuales, el mundo que siempre ha rodeado a ETA, más el PNV, Podemos, lo independentistas catalanes y un sector importante de la izquierda cultural e incluso mediática de este País intentan blanquear el pasado de la banda terrorista so capa de que esta ya no mata y por lo tanto hay que mirar al futuro y pensar que todo lo que ha sucedido estuvo mal, pero por ambas partes, no queda otra que rebelarse ante ese planteamiento y contar y defender la ¡verdad! Una verdad que tiene que partir que en los últimos cincuenta años ha habido una banda terrorista, ETA, que ha asesinado a un total de 857 personas, todas inocentes, únicamente por ser españoles. Que no ha habido una guerra, ni un conflicto entre dos partes, sino unos que mataban y otros que eran asesinados. Y estos últimos, las víctimas del terrorismo son, sin ningún género de duda, los héroes de nuestro tiempo.
Junto a ese empeño por contar la verdad, el otro reto importante es que las nuevas generaciones de españoles, los jóvenes que no habían nacido cuando sucedieron aquellos hechos o que tenían uno, dos o tres años, conozcan también lo que pasó. Porque si esos jóvenes no conocen esa parte, dura y dolorosa, de la historia de nuestro País, tendrán una laguna muy importante y desconocerán que hubo compatriotas suyos que llegaron a dar la vida por defender a España, a nuestro sistema de libertades, a nuestra democracia, que es justo lo que ETA quería destruir.