Diario de León

CUERPO A TIERRA

Viaje a la semilla

Publicado por
ANTONIO MANILLA
León

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La globalización, como ya hemos dicho alguna vez, seguramente comenzó por la vestimenta. En realidad, casi todo comienza por la vestimenta, porque la consulta al fondo de armario para no salir desnudos a la calle es por lo común la primera decisión o mal trago de cada uno de nuestros días, qué remedio, más en geografías donde el frío es un estable durante ocho o nueve meses del año y nos vemos en la necesidad de conjuntar bastantes prendas, no solo entre sí sino también con nuestra comodidad.

Decía que lo global nació con lo vestimentario. En primera instancia, se eliminaron las diferencias producidas por la pertenencia a un lugar. Desaparecidos los sayales y sobretodos, las enaguas y las arracadas —aunque se resista la flamenca como emoticono de la alegría—, la nueva identidad fue la proporcionada por los diseñadores o las marcas. Más adelante el utillaje de la moda sirvió para construir la identidad de movimientos juveniles: con su léxico de signos, las pandillas reconocían al enemigo y al amigo, distinguiendo con claridad la diferencia entre sacar las navajas o compartir un porro. Esa misma moda, sutilizándose, sirvió también a un dios rival desde siempre, valiendo justamente para lo opuesto: destacar a quienes podían permitirse un uniforme de chamán o de Armani de la inmensa mayo?ría de los modestos. Pero no siempre es cosa de clase y ahí están los «cosplays», esa juventud que se disfraza como muñequitas japonesas o héroes de cómic, llenando de carnaval cualquier día del año. Cuando —y en esas me parece que estamos— lo transnacional llegó a la música, al arte, a casi todas las cosas, la moda la comenzaron a marcar los grandes almacenes y las cadenas capaces de producir en una semana y poner a nuestro alcance de inmediato cualquier novedad vista en la otra esquina del mundo, sin importar su origen.

Como quizá no puede dejar de ser, la globalización terminará o al menos comenzará a replegarse también con lo vestimentario. Un día percibiremos que el aire de las calles tiene otra densidad y otro color, que se imponen prendas de hace tiempo, como sacadas del baúl de una memoria remota. Porque, aunque todo lo que sube baja, también lo ido tiene la costumbre de regresar, quizá debido a que la moda es lo que pasa, pero también es lo que vuelve. Un periódico viaje a la semilla.

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