león en verso
El eje o el buje (IV)
La riada de la sequía arrastra las últimas posibilidades de desarrollo que le quedan a León por el eje hídrico. Ay, si Alfonso V levanta la cabeza y ve en lo que quedaron todos sus desvelos por el fuero, que venía a garantizar la inviolabilidad de los hogares en los que reside el principio de la libertad, de la patria, que es la infancia. Las casas arrasadas en los valles de León para hacer barricas, vasos comunicantes, una despensa para el bienestar ajeno. Un mercado al por mayor, un libre servicio. Para esto fue el genocidio de Riaño, con toda esa puesta en escena colonial que tiene que ver con el agua cuando se trata de abrevar la sed en casa ajena. La cantidad de problemas que le ponen a los leoneses para llegar a cualquier sitio es proporcional a la facilidad que disponen para que el agua fluya entre los dedos; mérito de los artistas del boletín oficial, los que engrasan el buje para que el eje voltee sin conocimiento de causa. Sobran los dedos de una mano para contar los políticos que han elevado la voz contra esta infamia que tiene connotaciones bíblicas adheridas al número siete, que suma en metros cúbicos los parpadeos. No era —que también— por los impuestos; fue por el agua. Roto el eje Madrid-Barcelona-Sevilla que sostenía España, amortizado por el PSOE el eje Madrid-Sevilla (o hay un socialista o no hay fregado) la tendencia impone regresar al eje de la materia prima. Si se fundió el carbón y apagan las chimeneas de las térmicas, es fácil de adivinar; el agua. La estrategia de los romanos, la de insistir hasta acabar con el oro antes de largarse, puede hacer pensar que a la tortura le queda poco recorrido. En diez o quince días se desatará una guerra desconocida por la escasez de un elemento esencial para la vida, para el pan de dos mil familias leonesas que llevan un tiempo en cuenta atrás hacia un desastre que, por avisado, no deja de ser una tragedia. La escasez de lluvia ha agotado la noria que convierte a León en un recurso hídrico sin comparación y ha desnudado una gestión ineficaz de los señores del agua, los que deciden orondos desde despachos lejanos, ajenos a la posibilidad de que el río fuera un camino polvoriento. Ya lo es. Hace falta vivir en la inopia para creer que dejarán una gota de agua aquí; claro que es de todos, menos de los leoneses que tiene prohibido tocarla mientras corre delante de sus narices. El eje al servicio del buje. Política es.