El fichaje
E l gran Neymar no se entretuvo en despedirse y se fue directamente al despacho del técnico que maneja sus finanzas. Hola y adiós. Sobran palabras cuando no faltan los millones y el club francés pagará a tocateja los 222 estipulados en la cláusula de rescisión del contrato. El mejor entrenador del mundo es un jeque del petróleo dadivoso y el futbolista brasileño se convierte, por ahora, en el fichaje más caro del mundo, mientras los ataques al turismo se expanden en Cataluña, en Valencia y en Baleares. Ha empezado la caza del visitante y a los que antes recibíamos con una sonrisa ahora le damos con la puerta en las narices. Unos cuantos hoteles de Barcelona han sufrido agresiones por parte de esos jóvenes independentistas que se agrupan en Arrán, cercano a la CUP. Todo está preparado para el desguace, desde bengalas encendidas y confetis, para que los que han venido tengan ganas de irse, si no quieren que les caigan en su plato. A eso le llaman ‘izquierda anticapitalista’, pero se trata de ahuyentar a los que siguen viniendo a vernos, ante la complacencia de Ada Colau y la resignación de los guardias y de los camareros.
La curiosa distinción entre huéspedes y gente que pasaba por allí, no excluye a los vándalos, pero nos hace dudar de la definición cervantina, que tanto nos gustaba, de «archivo de la cortesía». ¡Que nadie nos quite a Barcelona, ni que nadie le quite a ella España!, mientras que al atribulado Rajoy, al que no le dejan disfrutar de sus cortos días de vacaciones, prepara un Consejo de urgencia. Dice que no habrá referéndum unilateral, porque la ley y la democracia no se pueden separar. Veremos a ver lo que pase mientras despedimos a Neymar, que ese sí sabe lo que se hace y lo que le dejan hacer los unos y los otros.